Ayer soñé que recorrías todo mi cuerpo, sin dejarte ni un solo centímetro, despacio, muy despacio, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo .
El mundo se había parado para ser testigo indiscreto de nuestro placer.
Tus manos ásperas , rugosas, trabajadas y cercanas se posaron en mi pelo y mientras tus labios daban paso a tu lengua para acariciar mi rostro, ellas se deslizaban suavemente hasta mis hombros para llegar a mis pechos y encontrarse allí con tus labios deseosos de placer, que en perfecta armonía recorrieron cada milímetro de mi abdomen como una melodía perfecta, camino al éxtasis final.
Tu sensibilidad llegó hasta mis pies. Buscando la zona más erógena de mi cuerpo con firmeza y delicadeza, en una unión perfecta subías por mis piernas camino de mi centro erótico, para detenerte un instante a contemplarlo…
Me desperté, me vestí deprisa, desayunamos juntos y nos dimos el beso de despedida de cada día.
Camino del metro, pensé; hoy me compraré un bote de nocilla y me lo comeré todo con el dedo, será el mayor placer que pueda sentir.
«El confinamiento mató nuestros deseos, solo nos queda el placer atrapado en los sueños»
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