El freezer, la cuarentena y los artistas.

El freezer presenta una capacidad considerada como para sobrevivir una familia media (nunca entendí esta frase ya que una familia puede ser media, entera, a gajos… en fin, no quiero alejarme del tema central) a la espera de la cuarentena, el mismo se empieza a colmar de pollos, corderos, verduras, algo de carne, alguna tapa para preparar tarta, entre otros productos para su posterior consumo.

El freezer se atiborra de todos aquellos productos que luego serán utilizados para preparar comidas, cuando las salidas estén restringidas durante la cuarentena. Esto implica ir consumiendo aquellos productos que necesitamos para la subsistencia, para disfrutar, sobrevivir y también gozar.

Y en paralelo, ronda entre mis pensamientos, que los artistas son como ese freezer que se llena de cosas inanimadas para ir vaciándolo de a poco, dándole vida a una verdadera obra de arte porque lo necesitamos para sobrevivir, para disfrutar y también para gozar.

Y así, según pasan los días de la cuarentena vamos tomando lo que necesitamos, del freezer y del alma del artista… ambos están repletos, desbordan de ideas o a veces revolvemos en el fondo, en aquel rincón donde algo quedó congelado, envuelto y sin etiquetar para luego mirarlo, preguntarse: ¿Cuándo puse esto acá? ¿En que momento fue que decidí congelar esto? ¿Si preparo algo? Y es ahí donde el arte vuelve a trabajar haciendo su magia, convirtiendo algo inerte en un exquisito plato.