Es el tiempo de los poetas, de la oscuridad, de la indecisión, de los miedos. Es el tiempo de las noches largas de oscuridad, sentado en la chimenea, con una copa de vino en la mano realizando una profunda introspección de cada uno, de la vida, de la naturaleza y del universo.
Ahora todo lo que se desea es tiempo, oportunidad, libertad, un cuerpo sano y no se si una mente sana. No se si el ser humano necesita enfermar para entender que es hora de una transformación profunda a nivel global, estamos en un punto importante en la historia de la humanidad en donde se puede dar un gran brinco hacia el porvenir común de los seres, o simplemente seguir caminando por el mismo rumbo, perdidos y ciegos ante la desdicha.
Enfermar siempre es una oportunidad de fortalecer al cuerpo y a la mente, enfermar y sobrevivir es evolución, es vencer de alguna forma las continuos males que nos aquejan y que nos permiten acercarnos cada dia mas a la perfección, es atravesar el infierno terrenal que cada ser vivo está destinado a caminar para llegar al frondoso y tranquilo letargo de la serenidad.
El ser humano, tan capaz pero tan insensato, tan inhumano, tan falto de amor por los demás y por si mismo; que grande seria el hombre si entendiera que todos somos uno, con las mismas necesidades y dolencias, que grande sería si dejara a un lado el egoísmo y lo transformara, en que no se, en lo que desee, en poesía, en arte, en música, en literatura, en ciencia, en cualquier cosa que genera una rueda que nos atrape a todos, de la que no podamos escapar, que se vuelva tan grande y que sea imparable… que ruede y ruede.
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