Hoy lo primero que voy a hacer es X. Primero desayuno tranquilamente y luego empiezo. Bueno, no pasa nada si me leo el periódico antes, realmente tampoco tengo prisa. Llevo más de una hora levantada y no me he duchado todavía. Debería ponerme un poco las pilas, vaya ejemplo estoy dando. No puede ser que estemos en el día 15 de confinamiento y ni he empezado con la lista de tareas.
De todas formas es una tontería que me ponga a hacer X ahora, que hay tanta luz. Mejor hago primero Y y luego, cuando ya sea el momento de poner la luz eléctrica, me pongo con X.
Sí, sí, usa tú mi ordenador.
Pues ya no puedo hacer Y tampoco, sin mi ordenador. Bueno, podría empezar a mirar Z, que tampoco me viene mal.
Pero ya es la hora de hacer la comida. Cocino y por la tarde ya veo qué hago.
Casi mejor voy a esperar que empiecen las clases online, por si hay algún problema con la conexión. Dios mío, los demás padres no se enteran de nada… ¿Por qué no leen los mensajes anteriores? Estoy demasiado enganchada a los chats. A partir de mañana me pongo horarios para mirar el móvil, paso de estar mirándolo todo el rato y encima agobiada.
Descanso un rato y luego hago X.
Ay, qué a gustito se está en la cama.
Estos niños llevan unas 7 horas jugando con la tablet. Debería ponerme con ellos a hacer A. Voy a mirar los vídeos primero, tengo unos 4 que no he visto todavía. Me interesa el del cosmos, ¿realmente estamos viviendo una guerra?
¡Ya voyyyyyyyyyyy!!!!
Dios, qué ganas de descansar. Qué agobio. Necesito salir un poco. Mejor salgo mañana porque ya salí ayer, y tampoco voy a salir a comprar por comprar.
¡Te llaman! Pero luego devuélveme el móvil. Y no lo ensucies.
Sin el móvil no puedo hacer ni X ni Y. Z ya cuando acaben ellos con las llamadas.
No sé si estoy perdiendo el tiempo. Debería aprovecharlo más. ¿Pero para qué?
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