Fogatas para el Veneno-Rubencito

La noche había desdoblado sus cortinas  sobre aquellos parajes. El curandero  consideraba  la decisión de Diomedes una locura, un intento absurdo que  lo conduciría al suicidio; pero su deber era acatar las órdenes. No contradecir las instrucciones  del capataz de la hacienda y menos, cuando ahora, actuaba en reemplazo del patrón, por quien tristemente, él, como curandero, no pudo hacer nada. 

Pese a la premura del tiempo y a la adversidad de las sombras, el curandero logró reunir a veinticinco trabajadores, quienes con rapidez, se pusieron manos a la obra. Serían las diez y media de la noche cuando ya la tarea estaba terminada: hileras de trémulas fogatas fueron colocadas a ambos lados de la rudimentaria pero extensa pista de aterrizaje. Fue así como las llamas iluminaron  débilmente el terreno. Era difícil imaginar que en estas condiciones, alguien tuviera la valentía para despegar de allí una avioneta; por increíble que pareciera, ese osado era Diomedes. A pesar de no tener mucha pericia como aviador, el capataz no iba a dejar morir a su querido patrón por no llevarlo a esa hora al hospital de la ciudad, aun cuando sabía  que con esta determinación, él  arriesgaba seriamente  vida. Pero no había otra opción, la ciudad  quedaba lejos de la hacienda, no había carretera para llegar a ella y la gravedad del enfermo urgía movilización.

Con prisa introdujeron el enfermo al avión.

_ ¡ Que, Dios nos proteja ! _ dijo, Diomedes.

Sorprendentemente, el capataz logró despegar la avioneta y ésta pronto desapareció entre las sombras.

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Ño Julián, que así se llamaba el curandero, atribuía el repentino cambio de salud del patrón a la ponzoña de la víbora, que días antes lo había mordido. 

_ ¡Caramba, no puede ser ! _ se decía _ Yo controlé el veneno  con hierbas y oraciones. Ya el patrón estaba mejor. Conozco las culebras del lugar  y cómo combatir su  ponzoña.

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Diomedes viajó sin contratiempos  y el avión aterrizó con éxito sobre el iluminado aeropuerto de Pitalito. El enfermo fue conducido de emergencia al hospital.

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_ ¿Cómo lo ve , doctor? Hay que salvarlo.

_ Haremos lo posible. Demoraron:

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