Adopten, por favor, adopten

Incremento de demandas de perros, adopciones y divorcios.

“Y casi la primera palabra articulada que

habla es llamar puta a su ama o a su madre”.

Cervantes, Diálogo de los Perros.

Lucía Enguita Mayo.

Solo se dejaba pasear a los canes durante el estado de sitio. En el barrio, un señor con un tigre le saca hasta cinco veces al día. Es un parroquiano que hacía la ronda de bares por la Arganzuela. Se pone peneque: va cuatro veces por jornada a comprar vino de pitarra. Los vecinos del tercero, una pareja sin hijos, se han montado una terraza en el balcón. Vermú de grifo en el aperitivo, gin tónic, (en copas de balón, con bayas de enebro y un calabacín) en el afterwork. ¡Qué no trabajan; les han aplicado un ERTE! Como casi todas las parejas en sus 30’s, están solos, sentados, frente a frente. Hablar con el telefonino se ha convertido en el invento del demonio.

Se ha disparado la compra de perritos, Jeff Bezos es el dios ahora (esta guerra la ganan las tecnológicas). También han aumentado las demandas de adopciones. Hay una niña, Vanessita, de 10 años, que va a educación especial. A Vanessa, la madre, la vi la semana pasada y me dijo que les increpaban por la calle. En enero se murió el tío Juanito y Vanessa no enseñó la cara en el velorio. La habían hecho una autopsia en el cerebro porque murió de un infarto, se lo encontró estampado en la cama. Trabajaba en el turno de noche en una imprenta. Me lo encontraba a las ocho de la mañana en el bar de la esquina tomando tres Larios y fumando paleao. Vanessita está en espera de que la tutelen las autoridades. Porque, en su presencia, la madre sube los amantes a su casa. Me pregunto: ¿Por qué parió a su hija, borracha, sin profesión conocida y que viven de la pensión de la abuela? No es de extrañar que, con lo que ve en casa, sea una niña con capacidades diferentes, como Pituso.