Tengo que comprar el pan, me pongo doble mascarilla, dicen que las quirúrgicas solo evitan de adentro hacia afuera, pienso que otra del revés solucionará el problema. Me ato las deportivas, que desde hace días no pasan de la entrada de casa y salgo al rellano. Doy la luz con el codo y me meto las manos en los bolsillos para no tocar la barandilla. Día a día no paro de implementar medidas de seguridad y de usar palabras que antes ni sabía que existían.
Paso el tiempo mirando por la ventana, pensando si saltarme la cuarentena y qué les diré a los agentes cuando vengan a preguntarme. Me imagino en las noticias, a vista de helicoptero, mientras el presentador narra como he sido detenenido cuando me afanaba en cavar un cantero de patatas.
Son las ocho, lo sé sin mirar el reloj, escucho aplausos y un «resistiré» que ya empieza a cansarme. Hoy no aplaudiré, estoy enfadado y me pregunto que culpa tendrán de ello los sanitarios.
Oigo gritos por el patio que cada vez son más fuertes y mientras en el otro lado siguen los aplausos. Cesan los gritos y solo se escuchan golpes. Abro la puerta de casa, sin mascarillas, sin guantes, y bajo hacia los gritos, con miedo, pero sin dejar de ir. Veo a mi vecina del tercero en el suelo con sangre por todo el cuerpo, su hijo la mira pero no me ve. En el bar de abajo le llaman el ministro, dicen que porque habla mucho y se le entiende poco. Nos esquiva pegándose a la pared como si tuviera miedo de contagiarse, pero creo que ya es tarde, es de esos que llaman multicontagiadores asintomáticos. Empieza la desescala mientras su víctima se muere. Parece mayor de 80 años y pienso que no tendrá UCI ni respirador, la acarició intentando decirle que no está sola, mis manos están llenas de sangre y me pregunto si me habré contagiado.
Es tiempo de pandemia, pero creo que aunque no haya confinamiento la vida siempre es pandemia. ¿Todo irá bien.?
OPINIONES Y COMENTARIOS