Aromas de infancia.

Esa rama que se asomaba a mi ventana me trajo recuerdos, de repente me dí cuenta de cuantas cosas que miraba realmente no las observaba. De repente tenía tiempo y no sabía que hacer con ello. Me encontré queriendo revivir la rutina, de no parar, de seguir planificando cada una de las comidas de acuerdo al tic-tac del reloj ¡que no se pase un minuto porque tenia que hacer otra cosa! ¡¿y que tenía que hacer?. Salí  y contemple esa rama colgando, olí la rama de peperina que recolectaba todos los días para el mate y que hacia un buen tiempo no olía. Me trajo ese olor a infancia, el aroma a abuela recién levantada que emocionada preparaba el desayuno con ganas de compartir ese pequeño ritual tan rutinario pero que ella lo hacía sentir tan especial, no tenia tiempo, no tenía apuros, nadie la corría o no quería correr… en esa cumbre de pensamientos, sentimientos y olores me encontré sintiendo el viento en mi cara y el sol de la siesta que hace mucho no sentía por estar encerrada en una oficina sintiendo tan solo el viento seco del aire acondicionado, justo en esos micro-segundos escuche la risa de mi hijo y una sensación extraña me recorrió por dentro y sonreí sin motivo, justo cuando la vida me dio la posibilidad de preguntarme que es la rutina sino es el tiempo escabulléndose en nuestras manos.