Ruido

Se escuchó un estruendo cercano, vibrante, que hizo que parara todo. Abrí el cristal de la ventana, me concentré para definir de qué se trataba. “¿Es un avión? ¿Está ocurriendo algo? ¿Por qué pienso que ocurre algo? Ese ‘algo’ que imagino es malo. ¿Qué estoy esperando que ocurra?” Silencio. Vuelvo a mi actividad (aquello trivial que estuviera ocupando mi tiempo en casa) para volver a escuchar el mismo estrépito. “¿Es un trueno?”, pregunto a mi pareja. Resuena en mis oídos, es espantosamente fuerte. Su sonido ciega y apaga todo lo demás (¿Qué ‘demás’? No se escucha nada). Y entonces comienzan a caer agujas del cielo, puntiagudas, precipitándose contra el aparato de aire acondicionado que decora el exterior del edificio, bajo mi ventana.

He pensado que podría poner ahí, no sé, un cartel con un mensaje positivo o una planta. Pero ni tengo plantas ni quien lea ese mensaje positivo. Lo que tengo es una ventana en un estudio de 35m2 que mira al interior de tres edificios. Dos construcciones abandonadas por las que nunca asoman cabezas ni manos para aplaudir y la trasera de un hotel que se erige frente a mí cada mañana emulando lo que se viene: decadencia. El cierre de las ventanas de las habitaciones de manera gradual a cada día de confinamiento derrama silencio.

Clank! “¿Qué es eso?” Continúan los alfileres cayendo en picado sobre la plancha de metal del aire acondicionado. Clank! ¡Más fuerte! “¿Qué es? Eso es… ¿granizo?” Del tamaño de una lenteja, sí, pero granizo. Cierro el cristal, sonrío, abro el cristal, cojo una lenteja, cierro el cristal, “¡mira, mira!”, la enseño.

Graniza, llueve y arrea un viento descomunal durante diez minutos. Escucho cómo graniza, llueve y arrea el viento como si fuera la primera vez en mi vida que lo hiciera. Porque no hago nada más, no tengo nada más que hacer. Y entonces para. Casi al unísono, como los aplausos de las ocho de la tarde, que nos hacen escuchar algo durante diez minutos para luego ahogarse. Acaba, cerramos el cristal, dejamos de escuchar. El silencio vuelve a invadir todo.