Una poderosa amenaza nos limita en todo lo que creíamos tener completo control, vino a sacarnos de nuestra zona de seguridad, llegó sin avisar para evitar que estuviésemos preparados, sin duda alguna esta catástrofe tiene un crudo propósito.
Obligados a estar en casa, a reinventarnos, a crear, a compartir con nuestro núcleo familiar; mientras nos refugiamos, la vida emerge en el mundo gracias a nuestra ausencia, ¡piénsalo!, el mundo parece florecer, todo aquello que se pensó muerto parece recobrar color, ¿acaso bendición?.
Todos los días aumentan los casos, se incrementan las muertes y con ello el dolor y pobreza en las familias, el miedo ya forma parte de nuestra nueva rutina, estamos agotados mentalmente, muchos sufren de insomnio a causa del estrés y la poca actividad física, lo que vemos a través de la pantalla es trágico, ¿será castigo?.
La parte más natural del ser humano sale a brillar, personas del sector salud sacan pecho y luchan para brindar estabilidad, los que aún se mantienen laborando ayudan al que lo perdió todo, los gobernantes se ven forzados a liderar, los adultos mayores reciben respaldo y son mejor cuidados, hay muchos dando el ejemplo y superando su mejor versión ante la tragedia que nos azota sin piedad.
En nosotros está si es castigo o bendición, debemos ser parte del propósito de esta terrible situación y que la misma tenga frutos a corto plazo, generar conciencia y darle valor a lo que hoy es indispensable ante esta amenaza, más humildad y amor, que todo el dolor causado no sea en vano, ¡de esta salimos juntos!.
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