Lejos de lo que esperaría para una día de cuarentena, aquí estoy torpemente divagando por el menor y no por el mayor de mis planes, preguntándome el por qué me asechan tantas preguntas sobre el futuro mientras continúo sin descifrar este incierto presente. A veces me pregunto si cuando escribo tengo más por decir que por pensar, si las experiencias han querido forjar un poco este caos existencial en el que a veces me enfrasco o si me he dejado absorber tanto por la situación, que no tengo en definición, una respuesta a cada cosa que me atormenta por estos días.
¿Por qué me preocupa tanto que otros sean efímeros? ¿Que las cosas pasen de moda?¿que no se vean recientes o nuevas? (…) si básicamente soy un fanático del pasado; que es lo que me lleva tanto a sancionar cada cosa que percibo con ese tono de Dios, con ese sarcasmo caricaturesco y resolutivo, pretendiendo dar respuesta a una mortalidad propensa a la prelación y después, al olvido.
Tengo que entender antes que esto acabe, como se cambia el mundo y las cosas, como cada mañana tenemos fe renovada, como no desechamos la vida con cada anhelo superfluo o quizás, solo tenga que dormir una noche más, simulando que todo cambia mágicamente cuando la mente deja de pensar en lo que no puede remediar con las sutilezas que nuestra existencia nos proporciona y que aceptamos como un inapelable destino.
Quizás lo he descubierto y esté tentado a olvidarlo mañana.
Cuando crecemos evitamos afanes por entretenimiento, vivimos tan extasiados de quehaceres y propósitos que la autorregulación nos perpetúa irremediablemente a olvidar, pensando que esa melancolía que trae el confinamiento se volverá cenizas con la luz del día y que las ambiciones hacia lo extraordinario en ese momento de inspiración y pena, nos lleven a olvidar lo que exijimos entender con premura y que a la postre necesitamos valorar, porque en la medida que más lo deseamos y pensamos, a cuenta a gotas se va, mientras paradójicamente la vida percibe a chorros, que cada día, cada noche, cada palabra, cada letra, tenemos menos de él.
OPINIONES Y COMENTARIOS