Infierno personal

       Abro los ojos con somnolencia y durante unos segundos me siento deslumbrada por la luz que llena la habitación. El despertador me indica que son las ocho y media de la mañana de otro día, nuevo pero idéntico al anterior y al anterior del anterior…Hoy se cumplen las primeras tres semanas de confinamiento… de limitación de movimientos y de relaciones…de que el contacto entre nosotros sea por teléfono o a través de una webcamp…De que ahora sí, todos seamos únicos en nuestros minúsculos mundos…

      Con desgana me levanto y entro en el cuarto de baño, me lavo la cara y por primera vez en bastantes días me contemplo en el espejo. Un rostro pálido por falta de sol y aire libre me devuelve la mirada; unas leves ojeras acompañan a unos ojos rojos por la contemplación de tanta pantalla artificial; el pelo alborotado y un poco desvaído está pidiendo un cambio, pero sobre todo me impresiona ese vacío detrás de las pupilas… esa falta de ganas de vivir. Me remojo la cara y de nuevo miro al espejo… no me gusta lo que veo, no me reconozco en esa mujer…abandonada de sí misma y dándose por vencida… Es que yo no soy así…soy una persona activa… con muchos intereses y muy buenas relaciones… De acuerdo, estas semanas me han pillado sola en casa y eso ha hecho que esta situación me resulte más penosa…

      De nuevo observo el rostro que me contempla… Si algo me define, reflexiono, es que no suelo autocompadecerme ni regodearme en la tristeza o en la desgracia, así que va siendo hora de comenzar la remontada, exclamo mientras señalo ese rostro con mi dedo. ¡Se acabó la melancolía y la depresión!, ¡se acabó pensar en lo aburrida que estás!, ¡se acabó quejarse de todo y de todos!, ¡¡ se acabó creer que esta situación sólo la estás viviendo tú!!…

       Por primera vez en muchos días una sincera sonrisa anima mi rostro. Éste va a ser el primero de los muchos buenos momentos que me esperan…