Me levanto, prendo la tele, pongo la pava, el agua se hierve. Estoy aburrida, cansada, estresada de no hacer nada. Cuatro paredes que me daban paz los fines de semana hoy me hacen sentir asfixia. Convivimos dos personas todo el tiempo uno al lado del otro, el amor tampoco hace milagros. Cuando nos encontramos en un estado en el cual ni uno mismo se soporta es difícil desistir.
No tengo casi creatividad, y la cabeza corre. Mi familia está lejos, extraño más que nada a mi mamá. Todo cae sobre los hombres y es frustrante. Mi cuarentena me sirvió para hacer introspección, aprendí a valorar. Debido a que mi rutina es bastante pesada suelo no ver muy seguido a mis amigos, uso los fines de semana para estudiar y descansar. Hoy ya estudie y descanse demasiado, al punto de que siento que mi piel ya forma parte del colchón.
Tengo ganas de volverlos a ver, de compartir charlas, cervezas y hasta recitales. Si de algo me sirvió esta pandemia es darme cuenta que nuestra rutina enteramente capitalista no nos llena ni sirve para nada. ¿Cuál es la gracia de tener un vehículo lujoso si no puedes acercarte a ver a los que amas? ¿Tener una casa amplia la cual está llena de un silencio bullicioso que penetran las paredes?, las calles están desiertas y las grandes empresas del país están paradas, llego la hora de darnos cuenta que en el momento de irnos de nuestros cuerpos terrenales todo lo que conseguimos con nuestro desgaste espiritual y vital no nos va a servir de nada en el otro lado, hoy más que nunca entiendo que del polvo venimos y en polvo nos convertiremos.
Argentina, Buenos aires, Alte. Brown. 8/4/2020- 14:28hs.
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