Dos son los momentos de catarsis aquí en nuestra zona: los aplausos de las 8 y la música que ponen los espontáneos de «la torre» justo después. Hay algo de Carlos Vives y algo de Hombres G, incluso ha llegado a sonar «El torito bravo». Después de la discoteca improvisada, el DJ grita: «¡Hasta mañana!». Como el periodista de «Buenas noches, buena suerte». Que mañana estemos todos. Que podamos saltar aunque sea encima de pocas baldosas y bailar 5 minutos. Con el corazón encogido porque acabas de oír la última cifra de muertos o contagiados, o ingresados en la UCI peleando. Echando de menos acercarnos a los vecinos o besar a la abuelita; o aún verla.

Y sí, tenemos nuestra bandera. Algunos sacan la bufanda del Real Madrid, o incluso la enseña carlista (el que dude, que la busque cerca del parque Kraus). Pero la bandera más común es la multicolor: ropa tendida flotando al viento cuando el día es más soleado y que nos representa a todos: los de Hortaleza y los de otros barrios de Madrid, los dominicanos y los polacos. Gente de Toledo y vecinos que llegaron de Ávila, o de León. Los de izquierdas y los de derechas; juntos en el aplauso, sí. «Haciendo por una vez algo a la vez». Personas mayores, otros que nacimos en los 70 y estamos en tierra de nadie, un bebé con su joven abuela y su jovencísima madre; e incluso un señor sentado a su mesa camilla cuya habitación está tercamente iluminada. Entre los coches del aparcamiento, por fin inmóviles, se oye la voz de Roger Waters musitar: «Together we stand. Divided we fall» (Juntos permaneceremos en pie. Divididos caeremos).

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