Calabaza se termino la fiesta es hora de ir a casa, y preparar todo para enfrentar la resaca, con actitud arrogante de quien quiere seguir la fiesta lo primero que concibió fue dormir y dormir, luego ordenar, limpiar, lavar para honrar el tiempo perdido, mas adelante cocinar al mejor estilo gourmet, oh! Que talento tan escondido, intentar leer no está nada mal, es tiempo de ser culto, hacer ejercicio es solo un intento pero es un acto muy atlético, ahora es momento de la ciencia, hay que inventar infusiones para mantener la energía, mientras tanto Calabaza va llamando a amigos cercanos esos que te hablan con veracidad y te van recordando todo lo que hiciste en la fiesta, vas leyendo mensajes de esa gente fanática del caos y te van exagerando los hechos. Entonces Calabaza comienza a sentir la resaca moral.
Por más que quiera ya Calabaza no puede dormir, ni leer, ni intenta ejercitarse, no presta atención a las series, y ha descubierto unos “Live” que abundan pero también rebuznan, le llego el momento de entrarse a estar consigo mismo y siente ansiedad, tristeza, miedo, le recomiendan meditar entonces comienza a ver dentro de sí los estragos de que causo la borrachera en la que vivía allá afuera en la eterna fiesta, de música vacía sonando por donde quiera, deseos ostentosos, consumismo de alto nivel, egocentrismo. Boom! Algo microscópico con ínfulas de realeza con una corona de “ubicatex” mando a Calabaza a su casa a aprender a vivir del silencio, a saborear lo dulce que puede ser un limón cuando es tu arma de defensa, a sentir la sensación de bienestar que genera frotar tus manos con agua y jabón, a vivir de lo simple, a cuidar su fuente de sabiduría: su Cala-abuelo, a vivir para derribar los miedos y mantener la esperanza.
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