La cuarentena ella y yo

Las ansias recorrían mi cuerpo día y noche, el enemigo invisible e invasor andaba lento pero tan seguro como este amor que llevo dentro, iba apagando luces trayendo consigo desgracia, corría el día 16 del mes de marzo ya la cuarentena tenía razón de ser pandemia silenciosamente mortal, caían los minutos de la hora 18 faltando 30 minutos para terminar la rutina laboral cuando se desplomaban los sueños momentáneos de un amor eterno. En un país ajeno, el futuro incierto nublaba mi mente, no podía sentir la emoción de volverte a ver ni imaginar tu sonrisa ni saborear tus labios; mientras tanto el amor permanecía en la esquina castigado, ya eran las 20 horas del mismo día, y la regadera limpiaba el pesimismo, y es que en el amor siempre hay un reloj que no mide el tiempo si no la capacidad de perdurar vivo. 22 horas del mismo días y solo 3 horas de aislamiento y ya me sentía en el lugar de un animal en cautiverio añorando la libertar con ganas de ir en busca de mi hogar, días pasaban las horas morían y mi amor por ella más latía, días y días pasaban y yo solo sentía los hilos en mis extremidades pues la cuarentena fungía de titiritero y yo el títere vestido de ironía. Seguían pasando los días y yo me inventaba el optimismo luchando con la duda amando en la distancia mientras la monotonía torturaba mi ya mermada resistencia, yo seguía valorando lo que siempre eh valorado regalarle un buen poema adornarla con lindas palabras, preñar los recuerdo de tus abrazos y en un destajo de ilusión cubrir los kilómetros que hoy se desempeña como aliado de la pandemia que hoy me separa de ella, cuatro poemas por semana intentan desesperadamente mantener vivo lo que un extremo desea y lo que el otro extremo relajadamente sin importancia ni prioridad en una tensa calma espera con normalidad. Día 22 de una cuarentena mi amor por ella sigue siendo la alquimia que trasmuta sin descanso la esperanza por volverla a ver.