No sé cómo llenar el tiempo, cómo distinguir la mañana de la tarde sin tener que leer las noticias, cada vez peores, ni ver mensajes en el móvil, cada vez más repetidos. Te llega uno que creías original y cuando vuelves a mirar el teléfono de nuevo lo has recibido diez veces más.
Hoy, después de haber limpiado todos los muebles, ordenado todos los papeles, abierto doce veces la nevera, sacando algo en cada una de las doce ocasiones, y hasta afeitarme, he cogido un viejo libro que nunca había leído y desde la primera página entendí perfectamente por qué no lo había hecho. Leer, al menos para mí, no es para sufrir. Bueno, todo lector ha sufrido con las tragedias ajenas, pero me refiero a sufrir ante el texto mal escrito, y si ya desde la primera página lo he captado, mejor no sigo.
Por eso mismo, si ves que este texto está mal escrito, no sigas, que no están los tiempos para leer cosas flojas, aunque si has llegado hasta aquí debes saber que ya lo has leído completo.
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