de:Inmaculada Molina <imolina@gmail.com>
para:Pedro Martínez <pedro67@gmail.com>
asunto:Saludo
No sabes la suerte que he tenido. La nevera está hasta los topes, carne, pescado, pan, sopas congeladas… Y en la despensa hay todo tipo de conservas y delicatessen. No sé lo que va a durar lo de la pandemia, pero de hambre no me voy a morir. Tuviste una idea genial localizando este piso. La tía está fuera hasta el verano, he desencriptado su correo y puedo leer sus mensajes. La gente es la hostia, no para de largar todo tipo de detalles de su vida. Sé lo que come, si caga bien, si se pelea con el novio, el dinero que se gasta. En fin, es como si fuera transparente. Pero tiene buen gusto, duermo en sábanas de anuncio, los platos son dignos de un restaurante de cinco estrellas y la reserva de vinos y licores es impecable, ¿qué más puedo pedir? Me sirvo una copa, me siento en un sillón ostra gigante y enciendo el televisor tamaño pared con sonido envolvente. Como un señor. A las ocho se ponen todos a aplaudir. Yo apago las luces y procuro que nadie preste atención a mi balcón. Seguro que conocen a la tía y son capaces de mandarle un mensaje. Con las cortinas corridas no se nota que hay gente. Oye, siento mucho lo de Ramón. Fue un accidente, te juro que pensé que era un policía. Son cosas que pasan, ahora ya no tiene remedio. Me gustaría poder hablar contigo pero supongo que están controlando tu móvil. Tenemos que tener mucho cuidado, cuando pase un tiempo podremos relajarnos. No se te ocurra gastar mucho dinero de golpe, hay que tener paciencia. Te dejo por hoy. Volveré a mandarte un mensaje pasado mañana al correo de tu amigo. Acuérdate de eliminarlo. Cuídate mucho.
(Por la escalera suben, sigilosos y a oscuras, varios policías. Un vecino los ve por la mirilla pero no dice nada. Ya están llegando al tercer piso)
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