¿Hoy es lunes? O será más bien… ¿Sábado? Llevo un par de semanas confinado y parece que han pasado meses.
Es imposible expresar lo que siento en este aislamiento horroroso. Es una mezcla de surrealismo, temor, histeria, desconcierto y una lista de adjetivos infinita.
El día a día se basa en conjeturas de mi gente más cercana sobre este fatídico virus. No quiero salir, las calles silenciosas sin apenas ruido me hace sentirme desprotegido. Hasta solo el hecho de asomarme al balcón y observar el silencio absoluto de la ciudad en pleno día, me produce pánico.
Pienso para mí mismo «métete en casa y haz algo», sigo mi propio consejo pero es un arma de doble filo, porque lo único que consigo es pensar. Mi fantasma no es estar encerrado en casa, es estar sellado en un habitáculo llamado mente; día tras día, noche tras noche donde única y exclusivamente lo que hago es pensar.
No paro de recordar una y otra vez el hecho de qué haría si llego a estar completamente solo, en mi situación necesito el contacto directo o por lo menos algo físico, por suerte cuento con mi gran amigo Bobby; me compadezco de los que no corran la misma ventura.
Es que parece todo sacado de una trama apocalíptica, de una película producida por «James Cameron». Pero no, está sucediendo está pasando. Histeria colectiva, desabastecimiento de los supermercados, calles prácticamente desiertas, policía y militares patrullando la ciudad… alguna vez escuché qué «La realidad supera la ficción». Espero que esto no suceda, lo imploro.
De tanto jugueteo con el abismo de mis pensamientos al final logré una idea. ¿Cuál fue? Escribir este texto, desahogar, relajarme y tranquilizar un poco estos nervios punzantes por todo el cuerpo.
Mucho ánimo y mucha fuerza a todos, pero lo más importante ¡QUEDAOS EN CASA!
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