HISTORIA FICTICIA DEL CORONA VIRUS

Ahora que todos parecemos mutantes o asalta bancos llevando una mascarilla y guantes para no dejar rastro, camino confundida sin saber que me acecha, están todos tan alertas y temerosos, apenas saludamos. Yo siento que me ahogo con la mascarilla, me falta el aire, me da claustrofobia. Llego a mi casa y me paso lejía a la plantilla de mis zapatos. Estoy en apuros, miro la refri, vacía. No encajo en ninguna ayuda social. No siempre la extrema pobreza esta en los cerros. La Tv me acompaña. Mirando noticias desastrosas de más muertes y pensando como un virus puede arrasar con tantas personas, siento que el planeta está más unido y que las fronteras, aunque cerradas, se han abierto para solo ser el planeta tierra y sus habitantes.

Las personas se han sacado las mascarillas que cubrían sus corazones y se puede saber quién es “bueno” y quien es “malo”, pienso que si existiera un Dios, sería fácil hacer dos filas…

Un químico junto con un biólogo de la UNMSM crearon una forma de hacer que el virus creciera tanto que se haga visible, lograron que el virus llegara a medir 50 cm de diámetro, el virus giraba para trasladarse, pero ya no podía entrar al cuerpo humano, así que comenzó a dañar con sus púas que tenía como corona a los humanos por la piel, pero no contaron con la fuerza inmensa que tenía el planeta tierra, porque ahora éramos una sola fuerza. Era algo tan simple que parecía absurdo, todos salimos con unas pistolas llenas de agua con jabón, y todos logramos acabar con ellos, desde el aire, desde la tierra firme corrían rodando pero los terrícolas pudimos quitarle la corona al virus. Hay que agradecer algo a este virus. Que nos ayudó a conocernos más, a volver a conversar cosas con más sentido, a ser más solidarios, a cuidar de nuestros niños. Y lo malo que nos dio, fue alejarnos físicamente de la gente, extraño tanto un abrazo tan fuerte, tan fuerte, que te sane el alma…