Pobre, pobre ¡Tú!

¿Ricos los vulnerables?, ¡No!, los pobres, sí, los pobres en riesgo, en peligro letal, en contagio permanente. Esos que trasmiten virus, virus que da la pobreza. La de alma y espíritu. Esos no saben más de riqueza material, esa que llena bolsillos desde el poder y mata el alma. Esa transmite odio, miedo, división. La que hace brecha. Ricos malos, pobres buenos. Esa pobreza que olvida sólo abrir el corazón. Esa que califica como ¡Pobre! para denostar al que triunfa, al que logra patrimonio limpio. Riesgo ellos, que contagian a otros con su frustración. Pobres esosque contaminan tu alma. Ricos y protegidos, aquellos, tú, esos a los que quieren ver siempre pobres, a los que les llaman los humildes, sin ver su riqueza. Aquellos son los pobres. Los que no ven que el obligado encierro, empujó a la riqueza. A esa que habíamos perdido por un ritmo de vida acelerado y estrés cotidiano. Aquella que devuelve convivencia, acercamiento fraterno, amor filial. Aquella que no se contamina por virus ni odios o fanatismos de otros. Esa que protege la fraternidad, el amor y la convivencia diaria de los tuyos. Con cercanía que contagia y exacerba el amor que el ritmo diario no dejaba aflorar, y gracias a aquellos pobres, sí a esos pobres, brotó. Brota en cada mesa. En cada momento, cuando ves la grandeza de reunir a la familia. Estar cerca de tus hijos, de tu..¡Familia! De un hogar, hoy cálido, antes sombrío, vacío y lúgubre. Pobres aquellos que no saben de eso. Pobres, esos que encerrados en su mansión, les recuerda y muestra que con ella, no se consigue ¡familia! Esa unión que saboreas en cada momento. Que disfrutas cuando todos juntos, comparten lo que para otros es pobreza. Pobres y vulnerables, ellos que no perciben ni saben disfrutar el manjar que son los hijos, la familia. Hoy el virus reveló que ellos, son los pobres, aunque no los humildes. Y tú el rico. Ellos, están en peligro. Son los contagiados, ¡No te acerques! Para ellos no existe cura, tú, tienes la vacuna..¡La familia!