Hoy se ha detenido el tiempo,
se ha tambaleado nuestra monotonía,
y de la nada empezamos a valorar,
las pequeñas cosas que se poseían.
Desde mi buhardilla respiro el aire,
que me despierta cada mañana,
y contemplo desde la ventana,
las desnudas calles que nos aguardan.
Son días raros y agridulces,
que nada tienen que ver con la dulzura del ayer,
y desde la soledad de mi buhardilla,
he escrito una lista de cosas por hacer:
Cierra los ojos y respira lento,
cuando te aturda el ensordecedor susurro del silencio.
Y cuando eches en falta un cálido abrazo,
haz que el sosiego sea tu aliado.
Canta para expresar lo que guardas,
baila para que tu cuerpo despierte de la calma,
y escribe para conectar lo que sientes,
a través de la palabra.
Recuerda todas las promesas que aún están por cumplirse,
y que te sacarán sonrisas,
cuando tengas la oportunidad de abrazar de nuevo al aire.
Y no veas tu casa como una jaula,
sino como un escudo que te salvaguarda.
Que lo pequeño se vuelva grande,
y te envuelva hasta encenderte en llamas,
que de lo más insignificante uno,
se eleva al alba.
Recuerda desde la distancia,
todos los te quiero que aún están por llegar,
y recuérdale también a quien amas,
lo importante que es, aunque ahora no está.
Se avecinan tiempos raros,
así que toma de la mano a la niña que eras,
y que habías dejado un tanto olvidada,
entre los cientos de recuerdos que has amontonado en tu alma.
Y que lo que estás viviendo te sirva para valorar,
todas las cosas que tienes,
tenías,
pero que ahora no están.
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