Un gato vivía cómodo con sus amos. Un día los señores de la casa recibieron una visita acompañada de un regalo. Era un jarrón de cristal, tallado a mano, con dibujos de hojas. Una maravilla.
Los señores de la casa le pusieron en el centro de la mesa de la cocina, le adornaban con flores que cogían del jardín. El jarrón presumido, miraba insolente al gato por las mañanas. Le decía :»¿ Has visto cómo me cuidan?¿No te das cuenta de que soy yo el centro de la casa?»
El gato sin responder, miraba las flores cómo se iban marchitando hasta que después de unos días eran sustituidas por otras nuevas, más jóvenes. Él entonces habló con las flores , les preguntó si eran felices con ese sacrificio .Ellas que son sumisas ,le contestaron que esto era lo que solían hacer los humanos. El gato enfurecido se dio la vuelta.
Ellas siguieron impasibles.
Cada mañana el gato escuchaba las mismas palabras del jarrón. En la cocina el ambiente cada vez era más tenso. Los vasos estaban tristes, los platos no entendían el comportamiento del florero ¿Acaso no eran todos iguales? Los cubiertos se mostraban menos brillantes que antes, las servilletas se tapaban la cara para no verle. Las sillas enmudecieron, la mesa resignada soportaba el orgullo del jarrón.
Un día el gato intentó cazar una mosca, con tal mala suerte, que sin querer le dio con su pata al jarrón. Este profirió un grito :»¡Ay!» Se tambaleó, cayó de lado. Las flores se esparcieron , intentaron nadar en el agua derramada. El jarrón pálido, tiritaba. El gato intentó ponerle de pie, calmarle, tranquilizar a las flores .
Cuando entraron los dueños de la casa, el gato estaba encima de la mesa entre el jarrón y las flores, mirándoles cabizbajo. Le acariciaron, enderezaron el jarrón, recogieron las flores. Decidieron no adornarlo más con ellas.
Al día siguiente cuando el gato llegó a la cocina. Oyó la voz del jarrón que le decía :»¡Buenos días !»El gato y todos los demás utensilios y muebles le contestaron al unísono :»¡Buenos días jarrón!»
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