Viviendo la reestructuración

Ya no es un juego y va en serio. Todo se ve desde lejos, hasta que se acerca de manera repentina. No más, querida. Tu vida se paraliza por un tiempo, ese tiempo que transcurre de forma lenta y comienza a transformar los días en una monotonía sin final. Ese, es el encierro.

Nunca pensaste vivirlo, ¿verdad? Es claro que cada tanto surge una reestructuración. Son las consecuencias que padecemos por ser humanos modernos, hay que adaptarse. No aclaremos que cuando todo transcurra, algo muy bueno nos quedará.

Aunque me desconcierta la duda, la desesperanza, la paranoia mundial. Hay consignas que son claras y debemos respetar. Como cuesta. Cuanto duele. El virus no discrimina, se instala, ataca, se lleva lo que necesita, contagia de manera rápida. Arrasa de forma intermitente.

Hemos vivido tanto, queridos seres. Tantas historias, tanto para contar, tanto que enseñar. Pero, sin embargo, seguimos escribiendo este libro que no parece terminar. El mundo es tan gigante y cuando creemos comprenderlo todo, la naturaleza estalla. Pandemia. Algo que nos excede y que cuesta remediar.

Mientras tanto, hay que pasar el día a día. Encontrar ese algo mas que te ayude a escapar del encierro físico. Nadie puede ponerle cadenas a tu mente, es la que amplía y juega con un universo al que vos podés diseñar.

Que quede para el legado,

para recordar nuestros errores,

para no entrar en desesperanza,

para volver a unirnos como humanos.

Y demostrar que, por encima de todo,

está la paz y salud mundial.