– ¿Qué queda de la abuela?
Luisito se levanta del sofá y va al congelador. ¡Para la película!, se escucha que grita desde la cocina.
– Mamá, ¿donde está el trozo de muslo que quedaba?- pregunta Luisito rebuscando entre los paquetes de carne congelada.
– Me lo terminé anoche- dice Marta, la hermana pequeña.
Luisito regresa al salón con un par de bolsas de carne congelada en la mano.
– Mamá, ¿esto es todo lo que queda?
– ¡Shh! Callad un momento. Están dando las noticias- dice el padre.
«…por ello, se confirma que el confinamiento se ampliará seis meses más ya que continúan aumentando los casos de infectados y muertes. El gobierno de España va a pedir ayuda internacional para el envío de alimentos dado la escasez de comida, aunque se cree que hasta el mes que viene…»
– Hijo- pregunta el padre nervioso-. ¿Esas bolsas que llevas en la mano es todo lo que nos queda de la abuela?
– Sí, es todo. El congelador está vacío.
– ¿Y de Toby?- pregunta la madre-. Había un táper con unas costillas.
– Anoche me desvelé hambriento… – reconoce avergonzado el padre apoyando los codos en sus rodillas y metiendo la cabeza entre sus manos.
– ¡Por Dios, Gregorio! ¿Y ahora qué? ¿De dónde vamos a sacar más comida?
Todos se miran unos a otros, en silencio. Marta se tapa los muslos con una manta. Luisito trata de disimular su barriga metiéndola para dentro.
– A ver, niños- dice el padre-. Traed una moneda.
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