Había una vez una niña que le gustaban los cuentos de terror y su padre que se dedicaba a criar borregos le contó uno. Ella estaba con los ojos abiertos tanto que se podía ver por ahí alguna que otra constelación.
Su padre firme a su palabra empezó: en un lugar lejano en el día 5 del calendario lunar un señor pensó que estaba harto de su ganado que por desgracia no podía vender y decidió que iban a morir: uno porque ya no había pastizales y dos porque ya no tenía dinero para mantenerlos, así que se dirigió al bosque de los enfermos para conseguir eso que los fuese matando lentamente para no levantar sospechas. Así; se fueron muriendo uno a uno tal que caían al agua para ser llevados por la corriente y así el hombre se deshizo un poco de su carga.
Al final de cuento la niña le preguntó a su padre:
-¿Papá nunca te importó su dolor?
Por unos minutos se quedó serio, pensando en una buena respuesta hasta que le contestó:
-Hija, hay males necesarios.
Sin dudar la niña lanzó una última pregunta antes de que todo se oscureciera:
-¿Algún día regresarán nuestros borregos?
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