Miro por la ventana y un vació tan grande inunda mi alma, las calles desiertas demuestran el aislamiento completo de mundo. Cada ocaso salgo a la ventana en busca de un contacto visual con el mundo, los aplausos inundan la calle rompiendo el cruel silencio. Las sirenas suenan demostrando que aun estamos vivos, aun luchamos contra este monstruo que está rompiendo nuestras vidas.
Solo en mi casa mi inunda la desesperación, el aislamiento del mundo está rompiendo mi poca cordura. No se que hacer, he limpiado mi casa de arriba abajo por completo tres veces, intento sobrellevarlo escribiendo, leyendo, pensando en nuevos proyectos de vida, pero de pronto, una idea ronda mi cabeza y si ya no hay una vida en la que poder hacer los nuevos proyectos, si todo se acaba aquí.
No sabemos que hay después del monstruo, no sabemos cuando acabará esto, quien vivirá o quien morirá. Las noticias bombardean nuestras cabezas con miles de números que más que ayudar hunden más unas almas ya de por si solas sumidas en un aislamiento de locura y desesperación.
Necesitamos un respiro, necesitamos una tregua, pero lo único que llega es un aumento de este encarcelamiento, se que es lo mejor, se que tiene que ser, pero no se cuanto tiempo mi cabeza lo va a aguantar, cuanto tiempo aguantará la cordura dentro de mi. Hablan del estado de escisión, parece ser que el estado de alarma no llega, este monstruo está acabando con el mundo tal y como lo conocemos, cual será nuestro mañana.
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