Después de un mes recorriendo las desoladas estepas hasta llegar a la ciudadela de Xhekar-Nisuz, Jehron necesitaba dos cosas. Cerveza, y mujeres. Y sabía donde encontrar ambas.
Xhekar-Nisuz, en las estribaciones de los Montes Rhesianos, era el centro del comercio de todo el continente oriental. Desde Khazasj hasta las arenas ardientes del desierto Khorajano, una interminable hilera de mercaderes y personas llegaban todos los días hasta sus murallas para comerciar
Las callejuelas húmedas y sucias del mercado eran familiares para Jehron. Le sorprendió no encontrarse con el tumulto de olores y sonidos que llenaban siempre la plaza. Por todas partes ,se veían pequeñas antorchas encendidas que desprendían un penetrante olor ácido y pegajoso.
Todas las puertas estaban cerradas. Algunas de ellas, tenían una marca de pintura blanca. Le sorprendió la cantidad de animales que vagabundeaban rebuscando entre la basura algo de comida.
Hacia el norte, las luces de los templos permanecían apagadas. Las agujas blancas del templo de la diosa Jkha’r Sinam, aparecían cubiertas de una fina niebla resinosa, que se filtraba desde las ventanas y caía como un manto oleoso sobre la ciudad.
Buscó a alguién a través del laberinto de callejuelas malolientes, pero no encontró a nada ni a nadie,solo las pequeñas antorchas encendidas desparramando aquel olor intenso , que casi le quemaba la nariz.
Intentó entrar en la taberna de Hfrang, donde servían el mejor vino especiado de toda la ciudad. La puerta estaba cerrada y atrancada, con dos marcas blancas sobre ella.
Cansado y confuso, Jehron se sentó y respiró. Xhekar-Nisuz, la orgullosa ciudadela parecía abandonada.
Decidió dirigirse hacia los muelles. Era un lugar de paso y muy concurrido. Mientras caminaba, apartando la basura maloliente que ocupaba las calles, vió una sombra recortada por la vacilante luz de las antorchas. Parecía que se movía.
Envuelto en andrajos , un hombre yacía recostado sobre su espalda. Apenas respiraba, y cada vez que lo hacía, todo su cuerpo se retorcía por las convulsiones.
Cuando vió a Jehron, sus ojos vidriosos se agitaron. Su respiración era leve y ruidosa.
Huye…maldita…
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