¿Cómo es posible encontrar paz para el alma en medio de tanta gente? ¿Será acaso que la humanidad perturba?

Me invade el deseo de gozar la serenidad de ese lugar perfecto que ronda todo el tiempo en mi mente. Un trozo de edén lleno de vida; pero no humana, de esa vida que crea más vida, la que no mata, la que no daña… esa, la que usted está imaginando con mis palabras: la de las aves danzantes, la del perro fiel, la de las flores de colores, la de las quebradas de agua burbujeante, la de cielos azules, la de aguaceros seguidos de arco iris de colores, la de los verdes en todas las gamas, la de los sonidos suaves de la naturaleza, la del olor a hierba impetuosa, la del sereno al amanecer, la de los animales sin nombre que circulan apacibles cada tanto.

Un lugar con nadie más que los pocos seres a quienes amo. Un paraíso despoblado, en donde todos se conozcan; donde el aroma del café que prepara la vecina temprano en la mañana llegue a mi olfato como si estuviera hirviendo en mi cocina. Un parque gigante lleno de montañas para rodar y árboles de mil ramas para trepar, con muy pocos niños de mejillas sonrosadas a quienes sus padres fervientemente un día soñaron tener.

Imagino mi paraíso como un pequeño pueblo con pocos habitantes, donde ninguno perturba la vida de los demás; donde la envidia no es la reina; donde el lujo se mida en la cantidad de árboles en los floreados jardines; donde la belleza solo sea la de adentro del corazón; donde la comida salga a borbollones por los sembrados de las negras y fértiles tierras donde no hay químicos haciendo el trabajo que corresponde a la naturaleza.

Un lugar donde la alegría huela a almuerzo en familia en tarde de domingo. Donde el respeto se represente en el saludo cordial, en ayuda al otro en el momento preciso, en los silencios compartiendo una tarde soleada, en las palabras precisas en el instante justo, donde seas igual a los demás pero libre de ser diferente.

Sueño un paraíso sin peligros; sin niños con hambre; un lugar sin personas envueltas en los vanos y desgarradores placeres del vicio; un lugar donde el dios no sea el dinero; donde la tecnología no remplace las miradas; donde no hayan madres pariendo niños que vivirán con hambre.

¿Será que estoy contaminada de humanidad? Creo que he tenido mucho en mi vida de asfalto gris y polvoriento, me ha sobrado debilidad para aceptar que el mundo real gira alrededor del hambre voraz del hombre detrás de lo que quiere al costo que sea. He tenido mucha información del noticiero de la noche; he visto muchos seres humanos que nacieron sin futuro del vientre de madres sin amor; me he encontrado demasiados seres humanos en las calles haciendo parte de un paisaje aterrador; he tenido demasiados “amigos” de los que arruinan el alma; he tenido bastante realidad.


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