―OBJETIVO: RESCATAR VIRGEN DE LAS ROCAS―

―OBJETIVO: RESCATAR VIRGEN DE LAS ROCAS―

Virgen de las Rocas es una aldea de la Serranía Cordobesa. En los 60, gozaba de 350 habitantes. Con los años, fue perdiendo su población.

Les habla Rafael. Hijo de un matrimonio que vivió aquí hasta 1980. Mis padres marcharon a Córdoba. Mi madre guarda nostalgia.

Ahorrando, decidí recuperar la casa natal. Qué ilusión. Una casona de piedra y tejas recubiertas de musgo.

Salía con Blanquita, mi perra, a pasear por sus calles.Sus puertas abiertas recreaban mi imaginación intuyendo a sus moradores.

Una tarde, Blanquita salió veloz ladrando. A medida que me aproximaba, Junto a un coche había dos niños jugando y Blanquita sin reparo, entró a la casa. En el patio estaba un matrimonio joven que desembalaba cajas. Me dirigí a la pareja, pidiéndoles disculpas por el recibimiento de mi perra:

Perdonad que se os haya colado, no está acostumbrada a compartir el poblado, ―Dije bromeando disipando tensiones―. Aquella cara del chico me resultaba conocida. Me dice él:

No te preocupes, es normal que se extrañe, estando el pobrecillo tan sólo. ―Al oír su voz―, reconocí que aquél joven era Matías mi amigo de la infancia. Con sorpresa exclamé:

¿Eres Matías, el hijo del lechero? Al punto, se acordó también de mí y nos dimos un abrazo. Fuimos juntos al colegio. Él, para hacer cómplice de nuestra alegría a su mujer, le dice:

Ven cariño, te presento. Éste es mi querido amigo Rafael. Nos criamos juntos en esta aldea. ―dijo entusiasmado―. Luego me mira sonriendo, dice:

Vaya chico; ¿Qué haces tú como un fantasma en éste sitio?; pensé que no había nadie viviendo ya. Le expliqué las razones por las que había optado por buscar serenidad.

Esa noche, como no estaban instalados, les invité a cenar. En cierta manera me hacía ilusión.

Hablamos de nuestras travesuras de infancia. Les hablé de mi tristeza por ver nuestra aldea abandonada, y de como mi madre echaba de menos Virgen de las Rocas.

Él me sugirió algo que me cuestionaría:

Rafael, ¿Y por qué no haces por traer a tus padres de nuevo?

Quedé sorprendido por la sugerencia. Esa noche mientras degustábamos un vino, decidimos apostar por recuperarlo y sacarlo de su abandono.

A la mañana, llamé a mi madre a Córdoba y le comenté mi encuentro fortuito con Matías y le expuse mi intención. Mi madre quedó sorprendida y a pesar de tener su vida echa en la ciudad, tuvo una respuesta contundente:

Hijo, hablaré con tu padre y lo convenceré para ir.

Me alegré del apoyo de mi madre.

Matías hablo con sus tíos Federico y Josefa y su madre Luisa, viuda desde el año pasado, para que volvieran a Virgen de las Rocas.

Ya contábamos con un modesto grupo de familiares que se comprometieron a volver a su aldea natal. […]

Restauramos los pavimentos de guijarros. Quitamos plantas que acamparon a sus anchas. Parecía un lugar distinto. Virgen de las rocas recuperada del abandono. Todo empezó aquella noche entre vinos.

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