Hoy me hice otra vez esa pregunta. Mientras esperaba en el café Valparaíso , un barcito en el sector de «La Portada» en Cali.
Valparaíso, llamado como la ciudad puerto del país de donde vengo, patrimonio de la humanidad , que casi no conozco, más allá del centro.
Afuera llovía intensamente, y adentro la gente hablaba de todo un poco. Me hice otra vez esa pregunta, mientras miraba confundido todos esos viejos libros en evidente de desuso ; tristes, decorativos de moda , resignados a morir allí.
Una voz de mujer me comenta una noticia de internet: «Libreros de cartagena cambian libros por comida , culpan a la pandemia». Sonríe. No pude evitar la imagen de ese libro negro que tanto he soñado , ese con una pluma blanca en el centro y mi firma , así toda elegante, cambiado mano a mano por frijoles o aguacates. Solté una risa, pero en el fondo, un escalofrío me recorría la espalda.
Las paredes llenas de cuadros con fotos de grandes escritores ; Cortázar, Benedetti, García Márquez , Neruda , camuflando, con un manto de cultura literaria, el verdadero mensaje que hay en ellas. Cómplices, de panfletos políticos de extrema izquierda , ensalzados con fotos de Allende, Fidel y el Che Guevara. Todos en una misma pared , usados, los unos a los otros. Sonrientes todos, menos Benedetti, aunque la pizza con su nombre , a mí me hubiera bastado para estar feliz.
Me hice otra vez esa pregunta. Mientras miraba a los otros comensales , en su mayoría «gente pupi», como la llaman aquí, de clase alta, aguantando las puñaladas marxistas a cambio de migajas de arte. La mezcla está bien hecha , digna de la mente exiliada de alguien.
A mi izquierda , un hombre de zapatos rojos , le toma la mano a su novio. Mientras el Che los mira y yo los miro, pero al Che se le nota el odio.
A mi derecha , una chica rubia, como pocas que he visto en Cali, celebra su cumpleaños. Su madre le toma fotos con globos y otras decoraciones , no hablan de nada, la madre la quiere pero a ella poco le importa. Me importa más a mí que la madre la quiera y ella no. En fin
El garzón me observa inquieto. con la mirada de alguien que presiente que se va a decir una verdad. Afuera sigue lloviendo. En Instagram una artista local vende sus cuadros en un millón. Pienso entonces en mis versos , y en la razón que tengo de escribir.
Mi pregunta sigue sin respuesta …
Por qué vale menos un Neruda que un Dalí.
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