Una cola como de zorro
—No se quema— dijo el oficial. Incrédulo, desde mi rango de sargento, le pregunté si había agotado todos los medios posibles y me respondió que sí. Me dijo que no pudieron quemarlo; procedieron a arrestarlo, pero de pronto, sin que supieran cómo, se fugó. El oficial me exasperó con su “no se preocupe, lo buscaremos...