5 de diciembre de 2017

Nuestros corazones no dan más

El sol delante del que habla el Capitán Balbi todos los días llora desde el primer día. Y nuestros corazones no dan más. Cada vez son más los números que nos alejan de las probabilidades de vida. Cada vez son más las estadísticas y los metros y los análisis que se nos calan en los huesos exigiéndonos que seamos más realistas, más serios, más mundanos. Y nuestros corazones no dan más. Vemos al Sophie Siem volver sin nuestros 44 hermanos. 44 salvavidas vacíos. 44 mantas que no abrigan a nadie. Vemos a los equipos de rescate regresar a la rutina que esta tragedia les rompió para siempre. Vemos cómo se organizan los días para un duelo inexistente y cómo se busca homenajear a los héroes de la Patria con algún monumento. Escuchamos el silencio que durante 60 segundos se elevó a los cielos desde distintas partes del mundo. Y entre tantos silencios, y entre tantas palabras, nuestros corazones no dan más. Porque el sol delante del que habla el Capitán Balbi todos los días llora desde el primer día.

Mi lealtad está con ustedes, tripulantes del Submarino ARA San Juan. Para siempre.


15 de enero de 2018

Lo terrible no es quedarme sola. Lo terrible es quedarme vacía.

Vacía de Dios.

Vacía de sentido.

Vacía de vida.

Del amor de mi vida.


5 de febrero de 2018

Tantos sueños para tan pocas cajas

Preparo la mudanza, guardo todo. Mis cosas, mis libros. Mi pasado. Mi presente. Sobre todo mi presente. Y me doy cuenta de que no puedo. No puedo cerrar esas cajas. No puedo ni siquiera rotularlas. No sé qué hay adentro ni tampoco, después de 82 días, qué quedó afuera…


28 de febrero de 2018

Fatídico noviembre

Ese 15 de noviembre lo perdimos todo. La brújula en la que confiábamos dejó de marcar el norte y así perdimos el rumbo. Dicen que el temporal no nos dejó ver las estrellas que nos guiaban a casa. Dicen en realidad que quizás dejamos de ver esas estrellas mucho tiempo atrás, hasta que por inocencia o por lo que sea, un día incluso dejamos de creer que existían. Y ese 15 de noviembre lo perdimos todo. Quedamos vacíos, llenos de nada, desnudos. Ante el mundo y ante nosotros. Sobre todo ante nosotros. Se nos nubló la vista y volvimos varias páginas atrás, a esos días en que no sabíamos quiénes éramos… ni de qué estábamos hechos…

Quizás, en verdad, aún no lo sabemos…

Ese fatídico noviembre también perdimos un submarino con 44 tripulantes a bordo. Y nuestra vista sigue nublada. Y nuestras estrellas aún no aparecen.

O quizás, en verdad, ni siquiera hemos abierto los ojos…


2 de marzo de 2018

Hoy es el día

“Hoy es el día”, me repetía el contador cada vez que me veía en el comedor con el resto de los familiares. Y a mí se me iluminaban los ojos. Hace 107 días que “hoy es el día” para mí. Hace 107 días que me levanto esperanzada diciéndome a mí misma: “Hoy es el día”, y me convenzo: “Sí, hoy es el día”. Y cada noche vuelvo a preguntarme, y todavía no me puedo responder, si me pasaré la vida entera pensando lo mismo, exactamente lo mismo, de cada día. Que hoy es el día. Que hoy es el día en que volveremos a encontrarnos. O a acercarnos, al menos, a la verdad.

Porque si alguien me pidiera, alguna vez, una definición de eternidad, ésta le daría: “Hoy es el día”. Desde hace 107 días y hasta el día que sea el día…


4 de marzo de 2018

Inseparables

Miro la luna y te imagino mirándola. Donde quiera que estés te imagino mirándola en el mismo momento que la miro yo. Y así la luna deja de ser luna y se convierte en el lazo mágico que nos une a través de la distancia. A vos allá y a mí acá. Donde quiera que estemos. Siempre.


9 de marzo de 2018

Silencio

Dejame decirte, mi amor, que aquí hay tanto silencio que hasta Dios parece haberse ido…


10 de marzo de 2018

Lo que diste

“Quiero que nos casemos acá”, me dijiste cuando viniste a Salta allá por 2016.

Pero no entienden, mi amor. No entienden lo que somos, lo que éramos, lo que podríamos ser. La vida que se nos fue. No entienden de insomnios. De días y noches sin paz. De esperas infinitas. No entienden de minutos y segundos que no pasan. De vidas en pausa, detenidas en el tiempo y en el espacio. De imaginar tu regreso a donde quiera que vaya. No entienden de reencuentros. De caminar por la calle creyendo verte. Esperando verte. No entienden de fuerza ni de esperanza. No entienden de lágrimas que no distinguen horarios ni lugares para hacerse notar. No entienden de calma ni de empatía. No entienden de desesperación. De camas vacías. De presentes inexistentes. De futuros inalcanzables. De pisos que se mueven. Que se hunden. Que nos hunden.

No entienden lo que sos, mi amor. Lo que fuiste. Lo que diste.

Lo que diste, mi amor…


11 de marzo de 2018

Te confieso que soy una egoísta

Te confieso que volvería el tiempo atrás al día en que me llamaste para contarme que no te autorizarían a embarcar en octubre. Volvería el tiempo atrás al momento en que te dije “Perdoname, amor, yo sé que eso te haría feliz, pero si no te autorizan, la feliz voy a ser yo”. Volvería a ese momento para decirte que no, que no insistas, que no vuelvas a pedir permiso para ir. Volvería para decirte que estabas bien donde estabas. Te confieso que volvería el tiempo atrás para verte enojado por no haber ido, por no haber navegado en el submarino de tu provincia.

Pero tenerte conmigo.

Aunque sea egoísta, te confieso que volvería el tiempo atrás para tenerte conmigo…

Perdoname, amor mío, por tanto egoísmo…


14 de marzo de 2018

«Vuelvan», nos alentó ella,

«Que ustedes sí pueden», insistió.

Y es que hay 44 militares argentinos que aún no han podido volver.
Y hay 44 familias que nos fuimos con ellos.


16 de marzo de 2018

Mi perfume de manzana

Me compré el perfume de manzana pensando en vos, mi amor. En que te iba a gustar. Lo compré cuando fui a Córdoba a recibir mi título y lo usé durante todos los días que pasé esperándote en la Base Naval de Mar del Plata. Olía a manzana a donde quiera que vaya. Los sillones donde recé en silencio acompañada de tantos rostros asustados, la cama sin deshacer que me escuchó llorar desde la primera noche y que conoció sólo algunos de mis peores insomnios. La estampita del Señor del Milagro que me dio una señora después de regalarme una sonrisa, y la que voló hacia mis pies cuando a escondidas tuve que alejarme de todos para llorar frente al mar. Todo eso olía a manzana.

Recuerdo cuando me acompañaste a rendir la última materia. Después fuimos a hacer compras para el almuerzo y me regalaste un globo plateado. Quiero que sepas que aún lo conservo… quizás un poco cansado, sin aire, y arrugado por el paso del tiempo… pero cuando lo miro vuelvo al día que me lo regalaste. Y lo aprieto fuerte y te siento conmigo. Y la distancia que nos separa no deja de ser más que una aparente ilusión óptica que quizás nadie entienda jamás.

En ese viaje también te compré un perfume a vos, mi amor. Pero no sé qué pasó, ni cómo, que los dos aún están en mi cartera. El tuyo cerrado, expectante, intacto… El mío, casi agotado, quizás resignado, preguntándose para sus adentros por qué no ha salido nunca más de mi cartera.

Y es que después de todo este tiempo, hoy recién volví a colocármelo… y he vuelto a viajar al pasado, mi amor, a ese lugar y a ese tiempo donde la esperanza y la fe tienen aroma a manzana…


SINOPSIS

El 15 de noviembre de 2017 a las 07.36 de la mañana el Submarino ARA San Juan se comunicó con tierra por última vez. Estas páginas narran, con estilo característico, el día a día de la futura esposa de uno de sus tripulantes, el Teniente de Navío Renzo David Martín Silva, desde aquel fatídico noviembre y los meses que le siguieron, mientras la espera y la angustia por la falta de noticias se adueñaron de su cuerpo, de su mente y de sus sentidos, pero jamás de su espíritu, aferrado día tras día a la esperanza de volver a encontrarse con su prometido.

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