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Luci la encontró en el tocador. Subía la bandeja del desayuno como cada mañana y le sorprendió verla así, arreglada, preparada para bajar, y le pareció que habían vuelto los años atrás. Era como cuando bajaban a desayunar al Café Madrid. Un nombre que no tenía demasiada lógica, ya que vivían bastante lejos de la capital, pero a Rosa, la propietaria, le gustaba alardear de su procedencia.

– ¿Tanto te sorprende que me levante? Hoy llega Victoria y a nadie le gusta vivir con una vieja que no sirve para nada…

Se le veía distinta. Parecía que el hecho de que una persona joven llegase a la casa, la había rejuvenecido. ¡Hasta bajaría a tomar el desayuno!. Luci no pudo evitar sentirse feliz. La llegada de Victoria era un motivo de alegría, por supuesto, pero también producía cierto reparo.

Se quedaron en silencio. Davinia estaba pensando en lo mismo y ambas los sabían. Una mezcla de emociones revolucionaba sus tranquilas, y aburridas vidas. Estaba bien sentir que se aproximaba una novedad. Las dos ancianas, lo reconocían, estaban emocionadas y llenas de preguntas: ¿Por qué venía Victoria? ¿le habría sucedido algo? ¿era idea de la chica o sería cosa de Mercedes?

– ¿Que crees que habrá pasado?

Davinia quiso restarle importancia, aunque la verdad es que no estaba tranquila:

– ¡No tengo ni la menor idea! Pero sólo espero que la chiquilla esté conforme y no sea alguna idea de la madre, o se morirá de asco en este pequeño pueblo…

– No es tan pequeño, ni tan aburrido… o al menos hubo un tiempo en que no lo era..

Eran otros tiempos. Cuando Davinia y Lucía eran jóvenes y tenían toda la vida por delante, y los días pasaban entre fiestas y alegres picnis en la playa. Una época feliz…

Bajaron al salón a esperar aunque aun era pronto para que el primer tren hubiese llegado. Las dos estaban nerviosas aunque no quería reconocerlo.

– ¿Y cómo será Victoria? ¿Será cierto eso que dicen… que se parece a ella?

Davinia dio un respingo, no esperaba que su amiga se atreviese a hacer esa pregunta. Movió la mano para despejar la idea de la cabeza. Quiso mostrar que no era importante, pero en realidad quería mandar lejos ese horrible pensamiento, ¡lo más lejos posible! Imaginar que Victoria pudiera parecerse a ella, era demasiado doloroso, y Davinia había aprendido, con los años, que las penas había que alejarlas, borrarlas de la mente cada vez que aparecían.

No quiso mostrárselo a Luci, pero las dos mujeres se conocían demasiado bien cómo para no saberlo. Habían sido amigas durante toda la vida, y en este último tramo se habían convertido en aliadas. Siempre se habían entendido, y a cierta edad, era mejor que vivir solas.

Y ensortas en sus pensamientos, sonó la puerta. Luci se levantó, como con un resorte, y abrió rápidamente. Allí estaba.

– Hola. Soy Victoria.

Las dos ancianas se quedaron calladas. Davinia sintió una punzada en el pecho, y ese dolor que llevaba tantos años ignorando. Era exactamente igual a ella. Ni siendo madre e hija se habrían parecido tanto. Es más, Victoria no se parecía a Mercedes. Era igual que Olivia… y sus ojos se llenaron de lágrimas.

La joven parecía confundida, pero agarró la mano de la anciana. Y poco a poco se fue serenando.

– Bienvenida Victoria. ¿Te llamas así o tienes algún diminutivo? Luci y yo estamos muy contentas de que estés aquí, ¿verdad Luci?. Este pueblo puede parecer muy aburrido para una chica joven como tu, pero encontraremos alguna diversión…. – Y entonces exclamó súbitamente: – ¡haremos una fiesta!

Luci se sentía feliz. Creía que Davinia lo llevaría peor y estaba enfadada con Mercedes por provocarle este contratiempo. A fin de cuentas, la chiquilla era su nieta, y llevaba casi veinte años sin conocerla. Estas cosas tarde o temprano pasan, pensó. Y la anciana se le veía contenta, hablando de una hipotética fiesta, y queriendo saber tantas cosas de la vida de Victoria. A lo mejor no era tan mala idea.

Y observándolas así, charlando sentadas sobre el sofá, realmente fue como volver el tiempo atrás. Davinia parecía mucho más joven, tan animada, tan alegre… como siempre había sido. Imaginó que la habitación estaba, como antaño, llena de gente, de familiares, de amigos. Y lo más importante, es que Olivia estaba con ella. Entonces se dio cuenta de la gravedad de sus pensamientos. No era Olivia, era la joven Victoria. Y un escalofrío recorrió todo su cuerpo.

SINOPSIS:

Edlet es un pueblo tranquilo, al menos desde que sus habitantes habían olvidado el trágico accidente que sucedió años atrás. Pero todo cambia con la llegada de la joven Victoria, que aparece como una amenaza para que todo vuelva a suceder.

Davinia y Daniel habrían preferido no remover el pasado y continuar con sus vidas, pero esto ya no será posible. Y tal vez, Victoria no sea una amenaza, si no una nueva oportunidad…

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