Gaspar
Tenías gafas nuevas, unos jeans negros holgados hasta la cintura, una playera rosa, una chaqueta de cuero, con palomas blancas pintadas, una sonrisa y esa mirada.
¿En serio estabas ahí?, te sentaste en una mesa al fondo, en todo ese lapso no me di cuenta de que, a lado de ti, una sombra se sentaba, una gran y oscura sombra.
Volverte a ver, aquí, donde todo siempre estuvo bien entre nosotros, donde me sacaste todas las mascaras, donde nuestros miedos se fueron y creamos nuestras miradas secretas, nuestros sueños y nuestro futuro.
– ¡Oye!, ¿me escuchaste? – Andy me estaba hablando sobre su estúpido día, había dejado de darle importancia en cuanto empezó su absurda historia.
-Sí, claro – dije murmurando.
Andy miro detrás y al verla el miedo le entro, supuse que se dio cuenta de quién era. Andy se quedó muda y empezó a jugar con su cabello, no podía creer lo poco de seguridad que tenía en ella misma, tal vez yo tenía la culpa.
Empecé a salir con ella en un momento de desesperación, cuando me di cuenta que mi espera por ti sería eterna. Tenía un aire fresco, eso pensé, hasta darme cuenta de lo dependiente que era ella de mi opinión, de mis pensamientos y sobretodo de mi querer.
Había una vela en la mesa, a lado de las tazas de café.
Esa vela.
Aquella noche,- ¿cuántos años ya pasaron?- nuestra primera cita, todos los cafés estaban llenos y vinimos a este como última opción, «El Puerto», tenía su encanto -contigo hasta tropezar tenía encanto-.
Como era de noche, pusieron velas en todas las mesas. En cuanto nos sentamos, tú empezaste a jugar con ella, para que en unos segundos la apagaras accidentalmente. Te asustaste y entraste en pánico como una pequeña.
Después de volverla a encender, empezamos nuestra charla, una charla sin ningún sentido. Hablábamos de diez temas diferentes a la vez, sin embargo, no era un problema.
Fuimos siempre así, siempre pensando lo mismo, sintiendo lo mismo, sufriendo por lo mismo. Mirarte era mirarme el alma.
Estás tan lejana hoy.
Tus ojos perdieron la luz de tus ilusiones y tus pasos se tornaron pesados, una sombra negra te acompañaba y a mí, a mí también me acompañaba una.
Sinopsis: Después de años, Gaspar vuelve a ver a Antonia. Los recuerdos de una aventura breve se vuelven a hacer presentes.
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