Capitulo 1: Depresión crónica.

«A veces es mejor callar ciertos tormentos del alma que no me dejan pensar con claridad, cierro los ojos y aun me siento en el borde… del abismo.

Intuyo que a mi alrededor no hay nada, mas que una eterna caída hacia el vació, y me dejo llevar por el peso que decae en la gravedad de este planeta tierra.

A veces siento que floto, vuelo, o caigo. Pero es difícil saberlo.

Se que el impacto dolerá, pero podría matarme o salvarme…

… si tan solo lograra abrir mis alas…»

Parado en alguna estación de tren, frente a una pared. Observando el mapa de los recorridos.

-Las lineas verdes marcan el trayecto mas largo… hmmm las amarillas pasan por el parque y me queda la cafetería medianamente cerca, si camino un poco desde el parque… mientras que las anaranjadas van directo hacia el café.- Se dijo a si mismo.

Detrás de él los asientos y mas allá, las vías. La estación era pequeña, con un gran tanque de agua hacia su derecha. Se encontraba en un pueblo al sur de Argentina. Frió e intrascendente. Solo. Carecía de comodidades y afecto, un pueblo casi fantasma pero con un paisaje extraordinariamente hermoso.

-¡Amarillas entonces!- Dio un chasquido señalando el mapa. Una mujer anciana lo miro estremecida e incomoda. Luego giro bruscamente encarando hacia los asientos.

No solo lo material le es indiferente, el dolor, la soledad, el egoísmo y la ciega razón de correr tras un tren perdido a tiempo, dirigiéndose hacia un destino lejano pero no muy seguro, parece no preocuparle. Como si su destino dependiese de esos recuerdos que jamas olvidara. Como si su pasado resurgiese de las cenizas que él mismo calcino. Como el dolor que le causa el no olvidar. Como si el tiempo dependiese de él.

¿Por que debería de estar apurado? ¿Acaso su tiempo iba a cambiar o ser relativamente mas rápido? Arrojo el bolso hacia el costado izquierdo del banco y se sentó en el medio, para ocupar el espacio.

«Me acostumbre a una variedad de emociones en un corto lapso de tiempo, asimilando la realidad brutalmente rápido. Algo me detiene en el circunstante y trascendente ritmo de la existencia. Y estoy en este banco pensando en todo, mientras el todo gira entorno a mí, mientras me consumen los minutos. Que no volverán.

No quiero pensar en la existencia, no quiero pensar en el futuro, no quiero pensar en los problemas, no quiero pensar en ella, no quiero pensar en el pasado, no quiero pensar en ningún tipo de sistema ideológico, ni en creencias absurdas altamente idolatradas, ni en las responsabilidades que no gozo, ni en el dolor, en la indiferencia, ni en lo solo e insignificante que se siente estar. No quiero pensar.

Voy a cerrar mis ojos y no voy a pensar en nada. Como si no existiese. Y cuando los abra, habré despertado de algún sueño extraño, como suele pasar.»

En realidad lo despertó el chillido ruidoso e inconfundible de los frenos del tren. Ahora debía dirigirse hacia algún lugar, su destino. ¿Cual exactamente? Solo la suerte sabría responder.

Como siempre, acostumbraba a sentarse del lado de la ventanilla, hoy no hizo ninguna excepción.

«Que bien, tome el tren mas vació» pensó.

El reflejo de su rostro en la ventana y el banco detrás del vidrio le recordó una secuencia similar. Cuando huyo de casa a los 17 años, observaba su reflejo en la ventana del autobús y pensaba que quizá a los 40 estaría bien y su vida estaría en orden. Ese día el autobús estaba lleno de gente, unos lentes oscuros cubrían disimuladamente sus ojos vidriosos, cegados por la tristeza y el odio y las lagrimas que no lograba retener, una que otra se le escapaba.

Su reflejo… parado ahí frente a la ventana, con su mochila y sus lentes. Una mujer lo noto. Noto ese enfriamiento en el alma, como una madre notaria el malestar de su hijo.

«El problema es que el sueño se termina justo antes de despertar, la barrera entre una realidad alterna y la primordial es un poco cruda e inevitable. La sensación del -estar de vuelta- o – otro miserable día en esta mierda- es fría y cruel, como una abofeteada en la mañana. No me sorprende esta formación mundial de limitaciones y bienes innecesarios. Organismos, millones de organismos políticos, religiosos, sociales, etc. Todos complementados en un solo sistema universal, involucrados en el misterio eterno del existir que evoluciona con la constante idea de heredar las culturas, ideologías y dinero… pospuesto pff. Falacias!

Todo ello tiene algo en común y por lo que se estuvo en guerra desde siempre, la obsesión por el poder. El poder tener y ser mas que los demás, y el poder tener a los demás. El egoismo, la caretiada, la hipocresía y la mediocridad con la que funciona esta esfera viciosa de mierda que seguirá empeorando siglo tras siglo, heredándose generación tras generación, hasta la extinción provocada por el mismo humano, incitado por los medios y la gran mentira que es la cult…»

-Señor… disculpe podría, disculpe…

«ra. Es como si lo único que importase en la sociedad fuese salvarse, cada uno salvar su propio culo, pero esconder lo sucio que esta. Suena hipócrita de mi parte, pero es la realidad.»

-Disculpe señor, ¿Me esta escuchando? no quise interrumpirlo.

Tenia los ojos fijos en la nada misma, aunque parecia mirar el banco. El tren aun no se habia movido. Increiblemente todos esos pensamientos pasaron por su mente en un lapso de 2 minutos. Dejo de mirar hacia afuera para observar al hombre que acababa de interrumpir su inspirado y sobreexitado discurso consigo mismo.

-Disculpe, me acaba de hablar a mi.- Respondio con poca importancia y desinteres.

-No veo a otra persona en este tren, asi que si.- Suponiendo lo obvio

El hombre era robusto, ancho de hombros muy alto, canoso casi calvo, con el pelo largo, recogido atrás. En su cuello algunos tatuajes, un ave sublime del lado izquierdo y el cadáver de otra del lado derecho, tes blanca. Vestía de traje, pantalones negros achupinados pero con una remera de Motorhead y zapatillas Converse rojas que le daban una apariencia un poco mas informal. Parecía ser de una edad avanzada. Llevaba en la mano un bolso grande, en la otra un portafolios. Pero lo que mas llamo la atención, fueron sus ojos azules y su sonrisa blanca y reluciente.

-No le estaba preguntando, ja ja, si quiere sentarse, tiene 90 asientos vacios disponibles.

-No quiero molestarle, pero esta ocupando dos asientos. Justamente quiero sentarme al lado suyo.- convencido se sento justo al frente

-¿Le agrada la vista que tiene? Es un buen paisaje el de afuera tambien, no se lo pierda, aunque la nieve tapa todo.- Por el tono en que hablaba, parecía estar burlándose.

-Veo que entiende que son los mas cómodos, pero realmente no me gusta viajar pensando solo. Disfruto de la compañía de alguien mas, me gusta hablar.

-Lo note, parece que hablar con un extraño que podria sacar una navaja de su bolso y cortarle el cuello es lo suyo.- mantenia su mirada fija en los ojos de este extraño tipo con apariencia de no haber podido superar su adolececncia. Es exactamente lo que él creia. Aunque tenia mucho estilo.

-Bueno eso es relativo- Respondió con sarcasmo. -Yo podría ser un extraño para usted, pero usted para mi no, querido Dante.

-¿Quien carajos es usted? y quien le dijo mi nombre! ¡Relativas mis pelotas!

-Me sorprende que no me haya reconocido, nah bueno, en realidad no me sorprende. Usted tiene el poder de ignorar todo aquello que realmente es importante. ¿No?

-¿Y acaso usted tiene el poder de ejercer todas sus responsabilidades en una realidad mas parecida a una cárcel? Usted no tiene idea de quien soy.

-Usted es y no es, usted esta aquí adentro, hablando conmigo. Ya noto ese banco allí afuera ¿no? justo en frente suyo. Mire por la ventanilla.- Abrió el bolsillo de su bolso y comenzó a tantear y saco una petaca de whisky, la abrio y le dio un trago.- ¿Quiere?

-Es el banco en donde estaba sentado; ¿que hay con eso? -Recibió la petaca y le dio un trago largo.

-Carece de importancia, es un simple banco donde se han sentado muchas personas. Pareciese un banco temporal, que se adapta a cualquier persona… a cualquier situación, simplemente esta ahí, esperando que alguien se siente a esperar.

-Es un simple banco en una estación de trenes, hay muchos de esos, hay muchos en las plazas, en todos lados. Para eso sirven, para sentarse.

-Simplemente pensar en algo, luego sucederá… cuando lo tenga a su alcance deberá esperar hasta agarrarlo, el tiempo se encargara de eso. Hoy llego temprano, lo he estado esperando Dante, usted no lo sabia pero siempre estoy esperando. Hoy llego cinco minutos antes. Tomo una decisión al subir a este tren.

-¿Acaso quiere negociar? Ya no me dedico mas al trabajo sucio. Puede hablar con Borges, el sabrá explicarle las causas y lo derivara a alguien mas.- Aun intrigado.

-Ahora el tren no se pasara, por que ya esta en él. Ahora disfrute de la vista, tiene un buen asiento para relajarse.

-Hmmm así es, es un buen asiento, pero no comprendo a que quiere llegar. Tengo la leve sensación de que se quien es, pero simplemente no estoy seguro, eso parece ser un problema. Aun no me ha dicho su nombre.

-HA HAHA! PROBLEMAS! los problemas no son un problema, están afuera, detrás de la ventanilla. Un problema realmente seria si se quedase allí afuera, sentado en un banco temporal. Esperando. ¿No es así?

Dante miro hacia afuera, observo el banco vació y recordó un sueño, donde el tiempo era él, ese vació que sentía era todo lo que quería y se perdía en su transcurso. Y él era eterno. El tren chillo y comenzó su rumbo, dejando el banco blanco, avejentado y con la pintura carcomida atrás. El tiempo se lo trago. Sin quitar la vista de la ventana dijo;

-Pues si, por algo estoy aquí ¿no? hablando con usted, empiezo a sospechar que no es un extraño. ¿Cual es la propuesta?

-Bien! ¡Si! Sigue siendo el mismo de siempre! Vengo justamente a ofrecerle un trato. Muy interesante por cierto.- El sujeto respondió alardeante, con una sonrisa que destaco sus rasgos en las mejillas, frente amplia y nariz griega. Gestos muy marcados en el rostro. Hoyuelos al alrededor de su sonrisa y sus cejas afinadas estirándose por encima de sus ojos resaltantes.- Estoy aquí para hablar de su pasado, no ha cumplido ciertas promesas, por así decirlo.

-Mi pasado ya no forma parte de esta realidad, como vera, vivo del presente el día a día y la suerte. No me interesa si muero mañana. Simplemente busco olvidar y ser feliz.

-Usted lo que busca son respuestas, vengo a ofrecérselas.

-¿Y que quiere a cambio?

-¿Que me ofrece?

-No tengo nada, soy un inútil. Debería saberlo.

-Oh! Jajajaja, es usted muy cómico a veces, pero sabe que tiene mucho. Debería saber que es lo que quiero.

-¿Dinero?- Le dio otro trago al whisky y se lo devolvió.

-¿Porque querría dinero? Tengo mucho dinero para malgastar.- Abrió el portafolios y para su sorpresa, estaba repleto de dolares.- Le dio un trago y guardo la petaca en el bolso.

-Wow, si que tiene dinero, no debería andar con eso por la calle. Estoy un poco desorientado, me ha tomado por sorpresa.Realmente no puedo hacer nada por usted. – Dijo un poco enfadado pero asumiendo lo que él debía querer a cambio.

-Si que tiene, usted lo sabe. Sabe quien soy, sabe por que estoy aquí. No ha saldado sus deudas del pasado. Vengo para ayudarlo, en nombre del juzgado de la dinastía real.

-Mi tiempo equivale a un par de años en esta realidad, no tengo nada para darle. Mejor busque a otra persona, alguien que realmente este interesado en la solidaridad por que yo no voy a comprarle humo. Mi vida no esta resuelta, he dejado muchos cabos sueltos, he abandonado a una familia, he abandonado mi carrera, me he convertido en un maniático matón, he perdido a la mujer que amo y todo por pactar un trato que jamas… no, no y no. Mi pasado ya no tiene relevancia, usted debería comprenderlo. Ya no existe y lo que ya no existe se pierde en el tiempo, si es que no tuvo fijo la importancia y el lugar que debío ser en el momento que debía ser. Si, He tomado este tren a tiempo, ¿sabe usted lo que me costo llegar hasta aquí? Me costo tiempo! Y si a usted se le esta acabando, no es mi problema. Cumplí con el trato, no de una manera que le habría gustado a la dinastía celestial pero fue justo para mi, esta hecho y cumplido. Deberían especificar ciertas cosas en su contrato. Ahora no tengo mi vida, no soy nadie y claramente a usted no le interesa eso.

-Usted no entiende del contrato, el pacto fue sellado con su sangre, hizo un juramento ante la corte suprema de la dinastía real, fue elegido entre tantos hombres y debería estar orgulloso. El trato no fue concluido, nunca sera finalizado, solo si se le acaba el tiempo. Usted decide.

-No le daré mi tiempo.

-Piénselo, esta es mi parada. Hasta luego.- Estiro la mano para despedirse, pero la retiro encogiendo los hombros al convencerse de que Dante no caería en el viejo truco del trato engañoso, así que le dio una palmada en el antebrazo. Pues así se cerraba un pacto entre dios, el diablo y un mortal. -Hasta pronto, muy pronto.

-Adiós, buscare un buen abogado.- Dante miro al «hombre» y sonrió con picarda.

Escuchó estas palabras y el hombre sin identidad voltio con cierta impotencia para ver a Dante y su mirada no era la misa, ahora sus ojos estaban oscuros y tenia el ceño fruncido. Las palabras de Dante lo enfadaron, se sintió desafiado, sobre todo por que sabía a quien acudiría.

-No te conviene, ahora entiendes por que el mundo esta tan desordenado ¿no es así?- su tono cambio bruscamente, la voz serena y agradable se torno ronca y distante, con cierta importancia.

-Claro, por el mismo tiempo. El que manejan ustedes, es inevitable que el tiempo cause un desorden a la larga. Es como el IVA. Mas tiempo allá arriba, mas desorden aquí abajo.- Estiro sus piernas hacia el otro asiento y miro nuevamente hacia la ventana y murmuro. -Adiós, imbécil.

El sujeto descendio, volteo hacia el tren y murmuro -Maldito mortal ignorante, vas a cambiar de opinión.- Y desapareció en la seca neblina de la nieve.





Sinopsis: Esta novela trata del tiempo y las emociones. Como se va desordenando todo.Un juicio contra la dinastía celestial donde el diablo sera el abogado. Dante es un hombre desorientado, en busca de algo que le haga sentir. Perdió el sentido de la felicidad cuando murió Soledad, su amante. Abandonando así a una familia, mujer e hijos. Es una ficción donde podrán observarse temas puntuales de la vida cotidiana repasados metafóricamente. El personaje principal esta ligado a una expresion poética que detesta pero lo ayuda a no suicidarse y a resolver los errores de su pasado hasta cumplir con un contrato eterno.

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