No es un día como cualquier otro en la ciudad, todo está opaco y parcialmente nublado. Ni el revestimiento de naranja y verde por parte de los grandes edificios y atractivos parques, podían lograr darle algo de vida.

— ¡Pobre hermanita mía! — Exclama una muchacha de 20 años a la vez que acomoda algo en su bolsa— La verdad es que no sé hasta cuándo es que ella va a sentar cabeza y darse cuenta de que la vida como la lleva no es la mejor opción que tenga, ¡Siempre vive para meterse en grandes líos!, líos de los que por supuesto yo tengo que correr a sacarla. Es mi hermana y no tengo alternativa. Justo hace poco le dio por robar un banco, ahora por esto vive prófuga de la justicia, y vieran ustedes en qué condiciones… ¡Dios!, y lo que más me sorprende es que pareciera que no puedo ni salir, pues las demás afluencias no me paran de zaherir y señalarme por quien sabe qué cosas, solo veo que me miran como si con sus miradas insultantes quisieran matarme, me apuntan con el dedo y a mis espaldas susurran cantidad de cosas atroces. Si al menos escuchara consejos.

MIRANDOLA LA GENTE:

¡Claro!, véanla, ahí va la solapada esa como si nada. Es como si no se le doliera todo lo que hace, roba, se mete en deudas, pelea, agrede, engaña, daña hogares, chismea y así como si nada sale bien carilavada y trata con la demás gente… ¡La verdad es que no entiendo por qué escorias como esas no se mueren a ver si por fin dejan de ser un peligro para la sociedad— Se decían,

— ¡Atrevida!… ¿Con todo el daño que hace y no le da pena salir?, ¡Hush! Dele vergüenza…Tenga sangre y un poquito de humanidad, ente humano—Dice otro de los que transitaba justo hacia la parada del bus

Otra joven de la misma edad, sumida en la soledad de una fría habitación, y acompañada por un tenue rayo de luz que apenas se metía por la rendija del vidrio roto de una ventana, bebía una taza de café hirviendo. Sin siquiera percatarse de la visita que le llegaría en ese momento

Suena el teléfono— ¿Bueno? ¡Ha!… ¿Es usted ¡Siiii!, ¡Siiii señor!, yo sé que le debo, no tiene que estar llamando a cada rato solo para recordármelo, no sea tan intenso y tan cansón, ¿Sii?… ¿Cómo?, no, no, ya he dicho ¡Hasta luego. ¡Hush!, viejo cara de sapo ese ya me dañó el día, y con lo animada que estaba. Y es que como no va a dañármelo, si a cada rato pasa cobrándome. ¡Uyyyy!, ¿Por qué será que no me entiende? ¿Por qué? Si yo al menos fuera como él. O no, no tanto como él, más bien como la tonta esa de mi querida hermanita. Esa, que siempre pasa diciéndome no hagas esto, no hagas aquello, no vayas allí, no estés aquí… Claro, como es a ella a quien no le pasan las cosas, entonces por eso. ¡Jajjjj! Pero pese a eso, ha cosas que en su nombre he podido disfrutar. Bueno, para algo me ha servido la tontarrona esa, y harto— deja escapar estruendosa carcajada en burla— Hajjj, ahora voy a tener que buscar alegrarme el día de alguna manera… Y ya creo saber cómo – Dice corriendo en pos de una gran caja de cartón plana y blanca que tiene debajo de su cama, de la cual sustrajo un majo vestido negro con brillos dorados, el mismo que se prueba.

— ¿Quién es?

—Yo—Responde una tierna voz

—Ah, es la estúpida esa de mi hermana ¿Y ahora qué es lo que querrá?– Dice extendiendo la mano y abre– Pasa, pasa rápido que no pueden verme, ya sabes– Dice asiéndola de una mano y entrándola a la fuerza

—Hermanita, hola ¿Y cómo estás?

La joven la mira con seriedad— ¡Noooo!, aquí sonriendo de gusto porque estoy tan bien y cómoda! ¿No ves?— Contesta mientras con la mirada le señala todo el espacio— Creo que para lo que se puede ver la ridícula pregunta esa sobra ¿No crees, hermanita?…Claro, no, porque como es ella la que tiene toda una vida de comodidades, lo de uno no es tan preocupante.

—No digas eso, no seas injusta que tú bien sabes que a ambas nuestros padres nos dieron las mismas oportunidades… Solo tú…

¡Ya, María Valentina!… ¡Ya!, suficiente es con lo que hasta ahora estoy pasando por causa de la necesidad, y de este atuendo que parece que no me cuadra.

— ¿Noo?, pues yo te lo veo bien… Sí, es más; justo a tu cuerpo tan bello, a mí me parece que no necesita ningún arreglo

— ¡Ay, mira!, cállate ¿Sí?, aquí la que ultimadamente sabe de sus cosas soy yo… Así que solo limítate a lo que has venido, de visita y nada más, pues no eres ni la diseñadora ni nadie como para atreverte a opinar. Hermanita, es lo que menos de ti me interesa, tu opinión, ¿Captas?— Contesta señalándose en la cien— ¡Uyyyy, qué porquería!, esto me aprieta, me hace ver como una asquerosa gorda, de aquí se me cuelga, de allá se hace una bolsa y, para colmo, se siente como flojo… Es una verdadera porquería… Es más, si lo miramos bien— Ríe molesta—Hasta parece hecho por ti, que no tienes ni idea de lo que es la moda.

— ¡Ay, ya!… Mejor yo me retiro para dejarte tranquila, solo permíteme dejarte esto—Dice mientras mete la mano en su bolsa y sustrae de ella un librillo—Te recomiendo que veas en la página noventa. Y por favor, que sea de verdad la última vez que te metes en más problemas, por favor— Dice María Valentina y su hermana le recibe el objeto de cualquier manera, luego con señas la despide y la ve alejarse y cerrar la puerta tras de ella

— ¡Jaj, sí, claro!, ya me viste que me voy a poner a leer. Ni tonta que fuera, por favor, una con tanta necesidad y deudas que casi la carcomen y a la otra boba solo se le ocurre que me ponga a leer en la página noventa— Ríe con molestia lanzando aquel librillo sobre la mesa, sin siquiera mirarlo— ¡Noooo!, yo…Yo lo que antes necesito es una manera rápida para librarme de tantas culebras que me ahogan… Y ya creo saber cómo… ¡Lo siento mucho por ti, mi querida hermanita!, pero o eres tú o soy yo. Y en este caso, mi amor, soy yo. Si lo hice ya tantas veces, no veo por qué no hacerlo de manera permanente. El fin justifica los medios, ¿No es así?— Dice la despiadada mientras tras sombras acuerda el más sórdido plan para asesinar a su hermana. Son tantos los problemas que la acosan y tantas las cosas que anhela y no puede tener, que la ceguera por ello le hace ver las más ilusorias oportunidades de una mejor vida segura y fácil.

Así que emprendió la cruel ejecución de aquel macabro plan a través de alianzas con personas de no muy buen ver. Esta, asestó para su hermana un traicionero golpe que la devastó por completo en su interior, al encontrarse allí al borde de un precipicio a punto de ser lanzada al vacío.

Pero la verdad es que a la chica tan supuestamente inteligente se le olvidaba lo cierto de que la justicia cojea pero llega. Cuando justo había logrado acordar el encuentro con aquel criminal y se encontraron para esta pagarle su labor cumplida. Él, una vez tuvo el dinero asegurado, arranca de su bolsillo un arma y descubre ante la impresionada joven su placa policial, y con esto por fin tal parasito fue llevado tras las rejas.

—¿Qué?…¿Tú eras?, nononono, eso no, esto debe tratarse de una broma ¿Verdad?…¿Verdad que si?, ¿verdad?…¡SUELTAME!, y no te atrevas a tocarme porque te va a pesar, tú no sabes quién soy yo…No, suéltame, no, que me sueltes te digo, ni te molestes en amarrarme las manos con esas asquerosas esposas porque yo me niego a acompañarte—Ríe—No veo porque tengo que ir presa solo por querer lo que para mí es justo

EN LA PRISION:

Al fin, dos gotas de agua se encontraban frente a frente, una dulce, otra amarga, pero ambas hermanas

— ¡Debí imaginar que se trataba de ti!, mi hermanita… ¿Por qué? ¿Mm?…Si bien sabes que ambas gracias a nuestros padres tuvimos las mismas oportunidades y derechos, que tú los despreciaras es otra cosa, pero las mismas al fin, y lo peor, es tener que darme cuenta de que me usurpabas en todo valiéndote de nuestro físico, aún para cometer tus fechorías a mi nombre…Claro, ahora comprendo todo, y con razón a mí me señalaban y hasta me insultaban. Por milagro no se atrevieron y no me hicieron ningún daño por tu culpa. Como ese que pretendiste hacerme, y que gracias a esa tu vecina que de todo se enteró me libro la vida al hacérmelo saber y juntas poder actuar de inmediato recurriendo a las autoridades. ¡Qué decepción!…Solo, solo y antes de irme contéstame una cosa…María Alejandra, ¿Por qué?

— ¿Por qué?, porque no tenía alternativa, estaba cargada de innumerables problemáticas y a ti ni se te ocurrió brindarme una mano. Yo tenía que salir de ellas de alguna manera—Responde en manera fría y María Valentina ante esto se acerca y en silencio vuelve a poner en sus manos aquel librillo que antes le había entregado— ¿Qué? ¿Y yo para qué esto?

—Ábrelo— Insiste la muchacha, y al hacerlo, con sus ojos abiertos de impresión por lo que en él encontró, María Alejandra levanta su mirada para verla. Claro, ya era demasiado tarde y para esto su hermana volviéndole la espalda se aleja para siempre

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