EL guardián de Fuego

EL guardián de Fuego

Gisella Bascur

31/03/2018

Cuando caía la bruma y el manto de la noche se esparcía sobre sus hombros, aquél Ser extendió sus alas doradas y desplegó un sorprendente resplandor. Cansado de andar por aquellos caminos polvorientos, olvidados en el tiempo, la soledad le carcomia los huesos y el hambre torturaba su cuerpo.

Volvió a mirar en la penumbra y entre las sombras, divisó a la distancia algo que se asemejaba a un molino de viento. Camuflo su aspecto y trató de tomar la forma más humana posible. Una capa roja con los bordes dorados, tapaban dos metros y medios de altura.

Cuando se detuvo frente a la puerta de aquello que parecía un molino, le llamó la atención el color negro que se esparcía sobre la edificación, la puerta estaba acorazada en fierro negro. Escuchó voces en el interior, llamó a la puerta y esta se abrió sola. Entró y quedó sin palabras todo parecía irreal, una lámpara de fierro forjado con doce candelabros, colgaba en medio de lo que parecía un salón, el techo de doble altura le daba un aspecto de amplitud al lugar; los muebles en tonos blancos, dorados y rojos, le daban un toque de lujuria, una barra sujetada por cuatro pilares se imponía ante sus ojos.

Dos ancianos salieron a su paso, tenían el cabello muy largo, liso, blanco, sus ojos eran rasgados de miradas profundas y piel morena; vestían una especie de túnicas grises, en la estatura se asemejaban a la de él Ser.

Con voz amable le dieron la bienvenida.

_Adelante viajero_

«El los miró agradecido y asintió con una reverencia»

_¿Qué lugar es este?_ «preguntó el ser»

_Es una antigua cafetería y biblioteca, es también un refugio, para aquellos viajeros perdidos y exautos en medio de la nada_

_¿Cómo se llama este lugar?_

_Es el lugar del viento y el silencio_ «Contestaron los ancianos».

Miró a su alrededor una mesa que estuviera desocupada, se dirigió a un gigantesco repisero lleno de libros antiguos. Se sentó en un rincón al lado de estos libros, desde donde podía divisar los distintos idiomas de cada uno de ellos.

Las personas que inundaban el lugar tenían un aspecto muy diferente entre sí, se veía que provenían de lugares distintos; sus conversaciones eran animadas y alegres.

El olor a dulces y pan fresco era muy agradable, el aroma a café elevaba el espíritu.

No tardaron en ofrecerle café con leche y blanca sublime, (masa de mantequilla rellena de moras blancas, con leche condensada y un ingrediente secreto).

Le llevaron en una bandeja de plata la orden. El café espumante y caliente, daba su aroma que enloquecía los sentidos de aquel Ser. El nunca antes había saboreado algo así, el sabor de la blanca sublime lo regresó a su tierra; tenía aquél bocado un leve sabor a brevas y la suavidad de su textura era muy agradable al paladar.

Satisfecho y con las fuerzas renovadas, le preguntó a uno de los ancianos si podía facilitarle un mapa.

_Ven te mostraré…. dijo el anciano_

«El ser lo siguió por un pasillo oculto detrás de los libros».

_Este lugar decía el anciano, es heredado de generación en generación_

Abrió una cerradura dorada, con una gran llave roja.

_Adelante le dijo el Anciano_

Encendió la luz, dio paso al viajero y le entregó un pergamino.

_Te guiará a tu destino, le dijo el anciano_

_Gracias señor, exclamó el Ser_

Ya de salida dio las gracias a los dos ancianos.»Casi despuntando el alba».

Desplegó sus alas doradas y abrió el pergamino, este no tenia nada escrito, pero poco a poco comenzaron a aparecer unos símbolos y letras que fueron trazando una ruta. El Ser voló guiado por el pergamino.

Con los ojos brillantes por la emoción de divisar el lugar, que por tanto tiempo buscó. En sus sueños recurrentes, aparecía lo que en ese instante veía.

Una edificación blanca, gigantesca, con cuatro torres que se inclinaban al norte. Sus techos los cubría el sol con el primer rayo del amanecer. Al pie de esté se divisaba una gran laguna de agua dulce, de esta emergía una gran montaña, de la gran montaña brotaba cuatro cascadas y sobre estas, el follaje y las flores abundaban. Los pájaros amarillos, azules y rojos; elevaban alegres trinos y los jardines que rodeaban el lugar, deslumbraban.

La cuarta cascada daba a la cuarta torre, donde se encuentra el destino del ser.

_¡Fuego…..Fuego…! «Gritó Alcón»_

Fuego miraba con admiración a Alcón, el tenía quince años y su amiga era dos años menor. Alcón tenía unos ojos rasgados color verde agua, tan cristalinos que casi se podía ver en ellos, su color de piel era como el ébano, su pelo liso, largo, color castaño lo llevaba recogido; tenía una marca de nacimiento que definía su futuro. una espada fundida en un libro, lo tenia como tallado sobre la mano derecha, daban paso al joven culto en el que se había transformado. El porte, elegancia y caballerosidad que tenia su mejor amigo, hacia que ella lo admirara y amara, profundamente.!

_¿porqué no me contestas y me miras así?…_ Le preguntó Alcón.

_Simplemente pensaba, contestó ella_

_¿Qué te pasa?_

_¡Mi querido Alcón…cuánto daría yo por parecerme a mi madre!. _Ella no me ama, no me aprecia, no me mira, creo que jamás lo hará. Soy tan distinta a ella; diferente desde todo punto de vista_

Alcón la admiraba a medida que pasaba el tiempo más y más, la encontraba guapa, inteligente, culta, divertida, su personalidad temperamental y extraordinaria lo tenían encantado; le gustaba su diminuta figura. Fuego le llegaba una mano más arriba de su ombligo. Tenía el pelo rojo intenso, liso, largo, sus ojos de color violeta, quemaban; tenía tres lunares que hacían la figura de un triángulo en el pómulo derecho y otro sobre el labio superior, Alcón estaba perdido por ella.

_¿Para qué, quieres parecerte a tu madre?_

_Para que me acepte amigo mio, porque yo sé, que mi apariencia le desagrada_

Se quedaron inmersos en el sonido de el agua de la cascada, la lámpara de lágrimas que colgaba dede el techo, se movía con el aire que entraba por la ventana.

_Hola mis queridos jovencitos_ «interrumpió Plegaria».

_Hola má…_»Contestaron ambos».

Plegaria se había encargado de Alcón cuando quedó huérfano; también se encargó de Fuego cuando su madre la rechazó al nacer.

Plegaria era una mujer muy culta, amable, respetuosa y de buen corazón.

«Les dejó una bandeja con café y leche, unas masas de mantequilla rellenas de moras blancas y leche condensada, frutas y huevos».

La mesa color blanco daba a la ventana, estaba ubicada en un lugar estratégico, de manera que se pudieran ver los jardines, la laguna, la cascada y parte del santuario en la cima de la montaña; donde el dios Sol y la diosa Luna reinan en sus templos.

El Ser había encontrado su destino, lo veía desayunar frente a sus ojos….

El guardián en la penumbra acechaba, el reflejo bajo la lluvia, el sol siempre brillando, aún en las tormentas profundas.

La seguía constantemente y era como ver un fantasma, su espíritu inquebrantable; presagiaba que estaba a pasos de revelarse frente a sus ojos, todas las verdades enterradas.

SINOPSIS

Es una historia de fantasía apasionante, donde los personajes se funden entre sí.

El Ser es un personaje intuitivo, que se encuentra en una tierra distante extraña, desconocida, que busca desesperadamente algo, pero no sabe con certeza que es…

El Ser es un guardián, que volverá una y otra vez a la cafetería y biblioteca del viento y el silencio, hasta descubrir lo que busca.

Fuego es una joven, que creció en la tierra de los Pardas, un oasis que emana en medio de la nada, su gente de gran estatura semejante a la del guardián; de piel morena y ojos rasgados negros profundos y de figura atlética. Fuego no se parece en nada a los Pardanos.

A ella le duele en el alma el rechazo de su madre. Vive en un lugar inmenso, donde casi nadie la visita. Alcón es su amigo de aventuras, quedó huérfano a los dos años y plegaria lo crío como si fuera su propio hijo, también se encarga de educar, dar cariño y comprensión a Fuego.

Descubrirán en el camino, verdades ocultas, secretos olvidados y polvorientos, saldrán a la luz y como un fantasma aparecerán frente a ella, todo lo que es como persona.






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