Hoy no ha desayunado, se ha comido el aliento amargo que quedó después de la velada de anoche, un poco aburrida para su gusto pero tomó el tiempo que se toma cuando estás en una velada deliciosa, la verdad Lara no sabe por qué, se lo ha preguntado al irse a la cama a las 4 de la mañana… sabía que el maldito despertador no la entendería y sonaría sin parar a las 6.15 am como todos los martes, como todos los días… tráfico liviano, le sorprende ver tanta gente caminando y en bici, debería hacer lo mismo algún día. Ha llegado puntual a la oficina no hay casi nadie se detiene frente a las fotos que puso hace como dos años, parece feliz…

No hay sosiego para Jorge, el pobre quedó tan mal desde aquel accidente que ahora todo lo que se pone le causa dolor, tarda como una mujer en vestirse y arreglarse, cuando encuentra el zapato correcto ya no queda con el pantalón, es un dilema…termina comiéndose, más bien mordisqueándose las uñas…las que le quedan, sale, sale directo al museo ya nunca volvió a coger el coche, solo se atreve a ir en bus, el accidente lo dejó más aislado que antes, más solo que nunca. En el museo en el que trabaja lo respetan porque es una eminencia en curaduría, hace un gran trabajo, estando ahí vuelve a nacer, olvida el accidente y sonríe. A veces los días son pesados y no falta esa llamada que le levanta el ánimo y lo hace tener ganas de volver a casa, aunque lo piensa mejor, se podría encontrar con Lara y eso si que le dolería más que el propio accidente.

Una familia numerosa es lo que ambos tienen, tenían mejor dicho, ese accidente solo los separó y jamás volvieron a mirarse como lo que son, hermanos, todos tomaron una posición, no había forma de solidarizarse con uno quedando bien con el otro, todo estuvo de cabeza por casi dos años, lo que tardaron las cirugías y la reconstrucción de una vida, es que se rompió todo, el coche, las piernas, la vida…

Sucedió en Lima, esta ciudad tiene algunas temporadas en las que el viento sopla muy fuerte, si dejas alguna ventana abierta parece como que todos los espíritus que reclaman azotaran tu tiempo con esas cortinas, sobre todo las que habían en la casa de los Talledo, no había cuando acaben estaba el tul, las cenefas, las caídas y todas revoloteaban al mismo tiempo, en realidad hace mucho tiempo que eso era lo único que revoloteaba en esa casa. el tiempo pasado fue mucho mejor… Ahora sólo está Doña Patricia, altiva, egocentrista como siempre fue, un poco fuera de la realidad, quiso desconectarse, no ver el drama por el que estaba atravesando toda su familia, no quiso llorar, no quiso perder y decidió seguir. Nadie puede juzgarla, quizás si hubiera afrontado aquél accidente de otra manera, la muerte, el dolor, no estarían más. Jorge y Lara son solo dos de sus 7 hijos, esos tiempos pasados estuvieron llenos de alegrías de confort de calor de cariño, de felicidad y regularmente de paz. Don Arnulfo Talledo era un próspero empresario minero que vio crecer su fortuna con cautela, siempre ordenado en todo, hasta podría decirse que era maniático.

Y por fin llegó el día, la reunión que tenía que hacerse, se hizo, Lara pidió que fuera en un lugar neutral, no en la casa, no en ese baúl de los recuerdos, sería mucho peor. Doña Patricia citó a sus hijos y a sus propios hermanos, nadie debía fallar, por fin hablaremos pensó, por fin nos miraremos a los ojos.

Fue un 5 de Marzo, era una mañana calurosa, la primera en llegar como era de esperarse fue doña Patricia, altiva ella, como siempre, resuelta y con paso firme por esa alfombra tipo persa del hotel Bolivar, nadie la reconocería ya, no queda ninguno de los empleados que estuvo junto a ella en esa época dorada. No queda nadie. Se siente en el ambiente algo pesado, además del olor a madera, además del olor a viejo, hay algo pesado en esos ambientes. Tal vez no fue el mejor sitio pensó…

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