Sinopsis:

Abby, es una joven con las
mismas inquietudes, con los mismos sueños las mismas fantasías por querer
realizar, que cualesquiera de nosotros, solo que en un tiempo distinto, ella se
verá involucrada, persiguiendo sus inquietudes, se encontrara con una realidad
bien distinta de la que pudiera soñar, se verá envuelta en unas realidades, en
unas aventuras épicas, que jamás hubiera soñado poder realizar, tendrá por ello
que aprender a lidiar con aquellas sus nuevas realidades, nuevos desafíos que
la pondrán muy a prueba, y en las cuales correrá grandes peligros…

La realidad de Abby

Despertara.
Abby,
muy sobresaltada, con aquella su agitada respiración latente; en su pecho, en aquella
oscuridad; de aquella encrucijada noche, de aquel cruce angosto de caminos, no
recordara ella ciertamente, como fuera, como hubiera ella aparecido en aquel…

Lo bien cierto fuera, al mirarse sus manos, las viera
bañadas en sangre ajena, lo cual; la hiciera sentir vergüenza, al
levantar la mirada de ellas, por fin pudo oír sus gritos de dolor, los de
todos, todavía no tenía claro cómo había sido capaz de aguantar ese dolor tan agudo…

Pero claro, para ello, hubiera de
remontarse a esa glacial primera madrugada, al respirar de aquel gélido aire Londinense…

Al
pronto el aire quemaba su garganta y hasta sus pulmones le dolieran, con cada
nueva inspiración suya realizada, con cada nueva respirada bocanada de aquel
ardiente aire, mientras hubo durado aquel bombardeo de la luftwaffe.

Sin
embargo, su mente fuese muy capaz, puesto recordar, recordaba con total
nitidez, aquella primera tarde pasada en aquel café Cosmopolita, punto de reunión para literatos y bohemios, para
políticos y pintores, para músicos y aristócratas, alli, donde se alumbraban
grandes nuevas ideas, se debatían las viejas y se generaban corrientes de
pensamiento que habrían de cambiar el mundo actual, “al menos, aquello fuese
con respecto del pensamiento de la época…”

Pero
ciertamente su realidad, fuese bien distinta, ahora, Abby, recordaba con total
nitidez, aquel café Central, aquel “¡estaba!”, “no, mejor dicho, está” en el número 14 de la calle “Herrengasse, ubicado en el Paláis
Ferstel, si, aquel elegante edificio neo renacentista” ubicado en la vieja Viena de 1937.

Antes de que comenzara todo,
antes inclusive…

Como en cada nuevo salto realizado, dolía la cabeza,
sentía punzadas, sentíase extenuada -“de echo pensara para sus adentros, y no,
no fuera nada extraño, puesto llevara cuatro días sin descanso de salto en
salto”-

Pero aquella información, aquella
crucial información albergara ella, aquella la cual a duras penas pudiera ella,
mantener retenida en su cabeza, fuese de una, muy vital importancia, si,
aquella información obrase en su poder, pero no lograra el recordar con total
nitidez, quizás inclusive pudiera está sin dudarlo, al menos esto fuese lo cual
supusiera…

Quizás aquella información contenida,
pudiera dar un giro inesperado a los grandes acontecimientos de grande parte de
la historia conocida por la humanidad, si, desde luego…

Pero primero tuviera ella, como
no, poder probar su teoría, si, para consigo misma.

La dolía la cabeza, y no, no
fuese nada de extrañar, pues en los cuatro últimos días, tan solo hubiera
conciliado ella el sueño, unas pocas horas, y, no, no fuesen las suficientes,
para dotar a su extenuado cuerpo de un merecido buen descanso.

Puesto de hecho hubiera expuesto
su cuerpo, y su mente a largo; agotador viaje.

No fuese nada extraño pues, se
notara abatida, algo desorientada inclusive.

Se notara
tremendamente cansada, destrozada.

Para colmo, se
hubiera alojado aquel denso e incómodo silencio a su alrededor, que no la dejaba
pensar con cierta claridad.

No sabría decir
cuánto tiempo hubiera transcurrido desde que se dejara caer por última vez,
agotada en una cama, por el cansancio acumulado del trabajo, pero estaba segura
que solo habían transcurrido unos minutos.

Sin embargo, tenía la extraña
sensación de que hacía una eternidad.

Mientras su mente pensara
aquello, sencillamente no pudiera ser cierto, no, no pudiera sencillamente
estar pasándola, no a ella.

Inclusive recordara claramente haber escuchado
el mensaje radiofónico de la invasión de
Polonia el uno de Septiembre de 1939, por parte de la Alemania nazi de Hitler.

Recordaba con total nitidez,
aquella primera charla mantenida, con
Sigmund Freud, inherente a la célebre cafeína,
aquella primera tarde con las mesas de fórmica pobladas de gentes a
principios del siglo XX, frecuentados aquellos ilustres cafés, por toda suerte
de desconocidos que se rendían ante el poder iluminador de la infusión, entre aquellas atmósferas difusas de
humo y de mil ideas de la época.

Sí, un vertiginoso vértigo de planteamientos y
creencias.

Ahora, sonaban con fuerza en la cabeza de Abby, aquellas
palabras dichas por el personaje; en cuestión, en aquella su tercera visita, al
mismo café, habían charlado durante horas de muy diversas cosas, este inclusive
la hubiera dicho.

–“Este galimatías que es la mente humana aún está por resolver.
Han de ser todavía muchas las indagaciones filosóficas y científicas, por
dentro y por fuera de lo genético y lo adquirido, para llegar ahí dentro y descubrir
lo que sea, un puro baile químico o acaso el alma”-

¿Quién sabe?”- quizás aquellas descritas palabras… de su
interlocutor.

¡Descubrir que los hombres no eran siquiera
dueños de su mente
!

En aquellos precisos instantes, recordara con muy clara
nitidez.

Llevará ella, viajando, sin tan siquiera
poder ofrecerse, de un necesario descanso, puesto hacía algo más de cuatro
largos años en los cuales no hubiera dejado ella de estar inmersa en aquellas
locas aventuras, las cuales no terminaba ella totalmente de comprender bien, no
acertaba, a comprender, como ni cuando hubiere comenzado.

-“Pensara para sus adentros, realmente
estuviera ella, necesitada de un período, por corto fuese este, para despejar la cabeza, su mente,
pues tal como nombraba
Sigmund Freud;
durante sus charlas de las tardes”

-. Sí, realmente, estuviera necesitada
de un bien más que merecido descanso.

Si al menos, pudiera fundirse en un abrazo…

¿Pero fundirse
en el abrazo de quién..?

Quizás inclusive poder despedirse, despedirse con un te
quiero.

¿Inclusive quizás, con un mañana te llamo y… y… te
cuento, qué tal fue el día?

¿Pero a quién?

Solo recordaba, aquel último abrazo, y aquella voz confortable;
en su cabeza, pero claro, de aquello, de aquello hubieran transcurrido setecientos
años y ocho largas horas.

-(Aquellas, las
últimas ocho horas, que hubiera
permanecido Abby, ocupada en charlar con aquel joven soldado de la edad media)

Después de tomar aliento, siquiera la quedara el tiempo justo para un más que merecido
tentempié en condiciones, siquiera un aromático café, aquel del cual en ciertos
momentos disfrutara, y que tanto sea dicho de paso, echaba de menos, con
aquellas gratas charlas, sentada cómodamente a la mesa del gran Café de Viena,
aquella mesa, la cual mira directamente a la gran avenida)-

No pudiera ella retener por mucho tiempo, no recordara
con total nitidez, cuando, como sucediera, puesto por aquel entonces; fuese demasiado
impaciente por probarse a sí misma…

Por ello, no fuese pues nada de extrañar, echara ahora
en falta, una tranquila conversación con aquel joven,

¿Pero quién fuese aquel, quizás fuese su amado..?

Sin dudar
echaba en falta un buen abrazo, y como no, echaba mucho de menos un más que merecido
buen descanso.

Al tiempo sintiese
aquella; aguda zozobra, aquella pudiera engullirla en cualesquiera momento, no solo la sintiera en su cabeza,
también en su estómago.

Recordará vagamente, pero sin nitidez clara alguna,
de las cosas, al mismo pronto sintiera esa espiral vertiginosa de pérdida de
consciencia, sin poder evitarlo, pensara a voz de pronto, tenía que hacerla frente,
no pudiera ella sin más abandonarse a está, no sin enfrentarse, no sin lucha
alguna…

A su mente, al pronto acudieran
las imágenes, de sus primeros pasos por aquel angosto…, no de aquella angosta
blancura, de una habitación blanca, cuando fuese simplemente una chiquilla ingenua.

De aquel su primer año de duro
arduo trabajo, con sus tiernos diez años, pese a su juventud, ya fuese una
experimentada trabajadora, hubiese demostrado con creces su valía, sabido
fuese, derrochaba un encomiable valor, sin fisuras algunas.

También recordaba, algo extrañada, recordaba con
total claridad, aquel su paso por la universidad, si al cursar estudios
superiores, se percatasen de inmediato de su clara inteligencia, ya en su tierna
edad declarase su capacidad, con solo doce años, fuese capaz de cursar estudios
de Matemáticas
superiores,
pasando posteriormente a cursar Física, Química, Biotecnología, Astronomía, graduándose con altos honores, posteriormente por
sus metódicos estudios, fuese matrícula de honor en astro física cuántica,
sorprendiendo de estás formas maneras a todos sus profesores, incluido al
rector, a quien no dejase indiferente, con aquella facilidad tuviera ella, para
el aprendizaje de los estudios
superiores de astrofísica, con su juventud, y aquella frescura; arrolladora la
caracterizaban.

Sin embargo, no recordaba, cuando, como terminó la
universidad, ni como, ni cuando comenzara a trabajar en aquel su primer proyecto, aquel…

Quedo-se profundamente dormida
con estos sus pensamientos rodando en su cabeza, no pudiendo impedirlo.

Para cuando despertase
nuevamente, minutos más tarde, o quizás fueran horas, no sabría decirlo con
total seguridad, lo qué si supiera, fuera aquel dolor de cabeza, se había
esfumado, desaparecido, ni rastro la quedara de las náuseas, como si no
hubieran existido jamás, de lo cual daba gracias, a la par, que se alegraba
muchísimo.

Puesto sentí-ase con renovados ánimos, nuevas
energías.

Tuviera la sensación, de ser una chiquilla con sus recién cumplidos quince años, estrenando nuevo
vestido, en el día de su cumpleaños.

-¡Claro estaba,
tan solo contaba la edad, de veintidós años!-

Cumplidos este reciente dieciséis de Julio pasado.

Todavía tenía
en la cabeza, ecos, recuerdos, imágenes, sentimiento… sacudió la cabeza, para
desechar los pensamientos, puesto no quería incurrir en dolorosos recuerdos, que
la traían –”ausencia forzada de sus seres amados”–

¡Bueno! -(Debiera darse un baño relajante,
tonificante, tomarse un buen café, que la ponga las pilas, la cargue hoy, puesto segura este, hoy la espera un gran día,
se dijera para sí misma, como si hablara con alguna otra persona en aquella
habitación en la cual se encontrara)-

Cuando abriendo los ojos, dispuesta a saltar de su
cama, quedose por un momento un tanto sorprendida, puesto al mirar en derredor
suyo, no pudo evitar un sobresalto, un escalofrió, a la par de preguntarse.




¿Pero
qué ocurra aquí?




No,
no puedo distinguir siquiera lo más mínimo…




¿cómo
sea esto, tan solo posible, no habrá amanecido todavía?

Pudo ver, o mejor dicho, puesto no hubiera nada a su
alrededor, tan solo una blancura espesa, impenetrable, y densa.




¡Pero
qué! ¿tan solo me habré quedado ciega de repente?

Quizás de aquí, el dolor de cabeza y las náuseas, de
esta madrugada.

-(Fuese un efímero pensamiento, el cual desecho de
inmediato de su mente)-

Llevándose las manos a la cara, palpo se está,
queriendo distinguir sus rasgos en aquella blancura lechosa, aquella la cual la
envolvía, sin lograr ningún resultado positivo, puesto ni tan siquiera lograra
verse las manos.

Como fuere, que no se atreviera a moverse de donde se
encontrara.

-“Quedando muy extrañada”-

Algo aturdido su pensamiento.

Aunque pensándolo bien, la resultase un tanto conocida, si aquella
situación, si, aquella extraña situación.

Si bien quería analizarla fríamente, no lograra
entender que sucedía, en un primer momento, puesto además, aquel fuese un
ejercicio de lo más común, lo hacía muy a menudo, cuando despertaba de
madrugada, al momento mismo de
incorporarse, queda base sentada a hurtadillas sobre su colchón, en la
oscuridad de las noches.

¿Será cierto que…?

Se estremeció por unas décimas de segundo, desechando
de inmediato al mismo momento, aquel pésimo pensamiento.

Contuvo su respiración, sin saber muy bien por qué, no
sabía si gritar, si correr, si esconderse;

¿Pero, esconderse, dónde, por qué motivo irracional?

Cuando al mismo pronto, una conocida voz.

-“Despierta ya, Abby, la gritara una conocida voz de
pronto, pero a un tiempo percatándose, no hubiere nadie, nadie hubiese emitido
voz alguna, aquel grito, no hubiese provenido de garganta; alguna”-

(Quedose por unos segundos, escuchando sus propias palabras, aquellas
proferidas, fruto de su cabeza)

Mientras pensara, el tiempo, este, si sea nuestro más temible enemigo.

Recordará con total nitidez, unos hechos sucedieran, hechos estos,
aquellos sucedidos a cientos de años, en la época del medievo Español.

Durante la conquista del reino almohade de Valentía, por el Rey Jaime I.

Recordaba con total claridad la cara de
aquel joven
alférez, llamado por sus hombres como “Jimen De Entenza” si, aquel joven con el
cual tuviera ella, grande enorme placer de poder debatir sobre su época,
charlar largamente (Claro que para ello,
si, recordaba hubiera tenido que vestirse con los típicos trajes de la época en
cuestión, del momento actual en el cual se encontrara, así mismo como entrar en
lidia en algunos momentos álgidos, para resolver situaciones un tanto
embarazosas para ella) pero siguiendo con el hilo de sus reflexiones, recordaba
con total nitidez, aquella
fresca brumosa temprana mañana del “25 de Junio de 1237; en aquella reciente
reconstruida fortificación del Puig de la Cepolla” a cientos de años de la realidad que ahora
mismo la envolviera, en esta
distancia que interpone el inexorable tiempo, alli, se encontrara él joven
caballero inmerso en su propia tangible realidad, estuviera aquel dando unas precisas ordenes sobre la
preparación de las costaneras, ajeno a los acontecimientos que en cuestión
de minutos, tuvieran que acontecerle,
fuesen las horas de Laudes (En el amanecer del
día, sobre las 3.00 h.) aquel amanecer, sorprendiera, al joven oficial postrado
de rodillas con un puñado de arenas en sus manos, sobre la blanca fina arena de
aquella actual “Playa del Puig” dispuesto a entrar en fiera cruenta batalla
contra las huestes moras, tras de haber dispuesto precisas órdenes con su
segundo al mando, un aguerrido alférez de cuadrada mandíbula, de tez morena
quemada por el sol, con una exigua caballería ligera bajo su mando; Luce Jimen
con altanero orgullo en su antebrazo derecho, anudado pañuelo con los colores
azul y verde, colores estos de la joven dama, su bien amada, una vez, bien
ultimadas las oportunas oraciones por el obispo de Montgri, bien asistido este,
por un tal padre Macías, y tras de santiguarse convenientemente las tropas tras
la breve homilía.

Cruzara Jimen inteligente mirada con su capitán al mando, este
al igual que Jimen, se encuentra al mando de su caballería pesada, en aquella
primera línea de ataque, separados por una delgada línea de terreno de una
cincuentena de metros, los alférez de ambos capitanes en los flancos de asalto,
las mesnadas de a pie junto a las costaneras, cuando al pronto de soltar aquel
puñado de aquella fina arena de su mano, (fugaz pensamiento cruza al pronto la
cabeza del joven caballero) quedando por unos precisos mismos momentos, por
unos segundos algo aturdido…,

teniendo este que sacudir su cabeza, pues quiera alejar
ciertos lúgubres pensamientos grises que lo acometan a voz de pronto, a modo de
incierto presagio premonitorio, recordando vívidamente, vinieren a su cabeza
las últimas palabras habladas con su querido progenitor junto a un todavía
convaleciente Jaime I. “Postrado este en un jergón en su real tienda de
campaña, en el bien pertrechado campamento del cerro de la cebolla, donde estuviera
convenientemente atendido por su muy leal médico personal, y su muy amada Reyna
Violante”

Mientras
recordara su departida charla con sus mejores deseos para la postrera batalla,
pues dado su actual delicado estado de salud no pudiera estar al frente de su
ejército, tal como fuera su real deseo, amén de esperar la llegada del grueso
de sus ejércitos, llegada que se produjera en breve, pues este, fuese llegado
allende los Pirineos.

– Por estas razones, el joven
Jimen, recibiese, encargo encarecido de su Rey,
no rehusemos el acoso que sufrimos de las huestes moras, de aquí se
desprenda la recientemente reconstruida plaza de la fortificación del “Puig de
la Cepolla” sea pues por esta razón mandamos la avanzada a proteger esta
valiosa plaza cristiana para nuestros intereses, de aquí se desprenda el
proteger a toda costa de cualesquiera vida el avance sarraceno, pero si os
pediré una última cosa mi valeroso joven, aguantad con vida hasta vuestro
último aliento, esperad la llegada del grueso de nuestras tropas.

“Acto seguido, Jimen montara sobre una impresionante montura
de batalla, de roja capa fuego, mientras arengaba a sus fieles leales tropas,

“Compuestas por algo más de ciento cincuenta caballeros y
unos mil peones de a pie”

Todos ellos dispuestos a dar hasta la última gota de su
sangre en la defensa de aquella tierra con sus vidas y hasta la última gota de
sangre de sus nobles equinos, estando pues Jimen al frente de su bien
pertrechada organizada escuadra, alzando su brazo derecho en señal de que todo
estuviera dispuesto pues, para el inminente enfrentamiento que a lugar hubiera
de tener en breve esa misma temprana mañana, contra aquellas feroces huestes
moras del rey

“Zayyan ibn mardanish”

Aquel,
quien para tal ocasión hubiera logrado reunir un ejército de seiscientos fieles
caballeros y 12.000 peones de a pie bien pertrechados todos

ellos con largas negras lanzas, arcos bien tensados,
brillantes curvadas cimitarras y ligeros resistentes escudos, todos ellos con
grandes ansias de entrar en contienda, poder cruzar sus aceros y hundirlos en
las carnes de aquellos perros infieles cristianos, reunidos en aquellas sus
playas, tierras estas que consideraban como propias, de sus ancestros
almorávides, por ello ansiaban derrotar a los infieles cristianos, pues de
aquista manera el eco de la grande ganada batalla, cruzaría el mar, hasta las
desérticas tierras de áfrica, llegaría de aquistas maneras a los oídos “Del
grande Califa Al Rashid” apodado por los almohades de estas maneras, pues el
rey Zayyan seguro estaba de atraer a los indecisos almohades del grande califa,
cuando ganara esta batalla y conquistara nuevamente aquella tan importante
plaza….,

(Siempre
fuesen las batallas por derechos de las tierras)

Jimen y
sus cien leales caballeros bien pertrechados, vieran como batían terreno los
raudos corceles árabes, avanzando la caballería pesada, sobre aquella su ligera
caballería, a la vez de lanzados a un loco furioso galope de sus monturas.

“Como si un
grande resorte imaginario los hubiera lanzado

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