Edificio Bristol: una antigua red social

Edificio Bristol: una antigua red social

Óscar Óscar

13/02/2018

Parece mentira que algunas personas hayan sido bebés adorables, puros e inofensivos. La vida te corrompe, me ha pasado a mí, a ti y a cualquiera que haya sufrido el pecado de la existencia, pero cierta gente lleva esa corrupción a cotas que superan la propia realidad y, diría yo, se avergüenzan de haber sido un pulcro bebé. Las gemelas Sercko eran de esa clase de personas. No soportaban la idea de que alguna vez fueron seres tan incapaces y con tan poco criterio, querían disolver en el tiempo la imagen de aquellas hermanas que sólo pataleaban cuando tenían hambre y lloraban por el mínimo dolor. Por eso decidieron abandonar el lugar donde más rastros había de sus infancias y se marcharon de casa al cumplir la mayoría de edad. El día de a huida no forma parte de sus memorias dramáticas, todo lo contrario, con orgullo, y algo de prepotencia por el valor que le daban a la hazaña realizada, contaban cómo se imaginaban lo que habían sucedido. Según ellas sus padres se levantaron el día de sus dieciocho cumpleaños con una tarta en las manos, velas encendidas, y dos paquetes que nunca se abrieron. Llegaron a la habitación que sus hijas compartían, y sus lágrimas apagaron las dieciocho velas cuando vieron que sobre sus camas no había cuerpos, sino dos trozos de servilleta con un juego de palabras. En la nota de la cama de Gin estaba escrito simplemente “A”, y en la de Ger, “Dios”.

[…]

Estaban encantadas con el trabajo, lo que más les disgustaba era vender discos de Johnny Cash, el cantante favorito de sus padres, que a ellas les deprimía, y no por nostalgia, sino por la tristeza rancia, casi inevitable, de la que escribía en sus canciones; si sonaba en la radio, cambiaban de emisora, y si algún cliente entraba por la puerta y les preguntaba por algún vinilo de Cash, negaban que tuviesen. De resto, para ellas aquella tienda era el Edén. Así, en New Haven vieron caer las hojas de otoño sobre los coches, playas de nieve en invierno, y como toda esa destrucción climática se reconstruía en una primavera que devuelve a la ciudad su aspecto natural. Asomaban los primeros rayos de sol del verano cuando las Sercko recibieron una visita inesperada.

Abstract: Los edifios son las redes sociales de antes. Y eso es el Bristol, el verdadero protagonista de esta novela de gente que se encuentra en el Greenwich Village de los años 70, uno de los lugares y los tiempos de mayor explosión creativa en la historia de Nueva York. Para empezar, las gemelas Sercko, que aún están por llegar a la Gran Manzana. Pintoras y, sobre todo egocéntricas, como era el Estados Unidos de entonces, sintiendo que lideraban el mundo por primera vez. Se quieren tanto a sí mismas, que siendo las dos iguales sólo podían amarse entre ellas. Se le unirán nuevas personas cuyas historias están contadas a través de la óptica de un personaje misterioso, pero no tanto como el portero del edificio, una especide de deidad, de Creador, que nunca se sabe si está presente o ausente.

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