¿Dónde está Lorenza?

¿Dónde está Lorenza?

Isa Contreras

11/02/2018

Entrevista 1 «MARTINA»: LA HIJA DE LA AMIGA (La amiga de Lorenza es la Patita – Patricia – y le arrendaba una casita ubicada en su patio de atrás).

(A pesar de la edad de Martina, se desenvolvió bastante bien en la entrevista, comenzó de inmediato su monólogo.)

Siempre parto contando que Lorenza tenía como costumbre pasar a saludar al llegar a casa, pero nunca se quería quedar a tomar el té, prefería ir a encerrarse a su pieza y que nadie la molestara. Yo era capaz de darme cuenta de cuando sus nervios eran capaces de cometer atrocidades, sabía que ella se daba perfectamente cuenta de cómo cambiaba el ritmo de su corazón y cómo comenzaban a contraerse sus músculos. De la nada las emociones la invadían y prefería prevenir el estallido verbal.

Generalmente había algo que le parecía injusto, desequilibrado, y para no herir a nadie se lo guardaba, pero como las acciones que le ocasionaban estos sentimientos no terminaban nunca, cada vez que algo pasaba ella se irritaba. Y así andaba… guardándose cosas, que al llegar a su casa… se las arreglaba para botar.

A pesar de que vivimos en una época bastante moderna, le irritaba ver cómo sigue habiendo tanta estupidez en el actuar humano, como pueden pensar de maneras tan poco saludables, cómo pueden educar a los niños con normas tan absurdas, y por sobre todo, cómo se usa-abusa del poder y el dinero en casi todos los países del mundo.

Yo sé estas cosas sobre ella porque su ventana llegaba a la de mi pieza, la escuchaba cuando hablaba sola, y la observaba mientras se sentaba a escribir.

Definitivamente Lorenza estaba convencida de que tenía que hacer algo por la humanidad-y-el-mundo, lo sentía desde lo profundo de su alma, no podía observar tan claramente ciertas cosas y sentir que no debía ser comunicarlo. Entonces empezó un periódico anónimo, que dejaba de vez en cuando en alguna tienda, peluquería, quiosco, donde fuera, con tal de ser leída.

No era popular para nada su prosa. Solo unos pocos excéntricos tenían la dedicación de leer esas líneas anónimas y llevarlas consigo para reflexiones posteriores. Mi madre tenía una cafetería muy querida cerca del centro, y ahí yo le ayudaba a atender las mesas. Cuando podía miraba a la gente que se interesaba por ese periódico, me gustaba ver las expresiones de su cara, cuando se les esbozaban sonrisas o micro-gestos de aprobación. Cada cuanto alguien dejaba ahí uno de los periódicos a medio leer, yo le retiraba las cosas de la mesa y aprovechaba de llevarme un ejemplar para mi colección personal.

Comúnmente cuando Lorenza empezaba a escribir una opinión, partía algo así como: “Me parece intolerable que siga habiendo gente que no tenga qué comer, mientras hay quienes gastan su dinero en comprar islas, la Luna o hasta alguna constelación que aún no se descubre.”

Escribía que; «no podía dejar de pensar en la forma arbitraria en la que los países están territorialmente divididos, que no era capaz de conciliar que se celebren, hasta el día de hoy, fiestas por la colonización de las tierras de indígenas por quienes se consideraban “raza superior”, y así daba sus opiniones de muchas otras cosas interesantes.

Lorenza a veces me conversaba y me contaba su visión sobre los adelantos tecnológicos y facilidades para hacer todo por Internet. Me decía que le parecían geniales y que ojalá todos esos recursos fueran usados para cosas importantes, y terminaba refunfuñando: “Pero sigo viendo día a día, cómo los humanos siguen usando las ideas ajenas como propias, las conductas copiadas como originales y emociones plásticas en lugar de auténticas”…porque según ella decía “el cerebro humano, hay que ganárselo”, es decir; hay que hacer mérito para que nuestro cerebro sea nuestro y no de alguna idea ideosincrática cultural o moda de pacotilla. Le parecía más adecuado definir al cerebro como un órgano capaz de lograr la sobrevivencia humana y de malgastar el tiempo de vida que tiene, a menos que alguien con sagacidad se atreva a explorarlo y sacarle provecho.

Pero para ella no todo era siempre malo, también veía la lucidez en quienes la tenían. Y eso le provocaba una emoción tan intensa, que llegaba a llorar de la felicidad al ver la inteligencia positivamente administrada, y el equilibrado uso de los recursos en algún ser humano.

Pero era cosa de que esos genios volvieran a encerrarse en sus laboratorios para que Lorenza tuviera que mirar otra vez la realidad y tener que respirar profundo una vez más, y aguantarse las ganas de odiar a todo criminal suelto por las calles. Sobre todo a esos criminales que siguen postulándose a presidentes, y que imbécilmente la gente sigue eligiendo.

Eso sí que no le cabía en la cabeza… como elegir a tanto boludo como representante. Solo le quedaba como explicación, que la mayoría sigue siendo gente estúpida u oprimida-muerta de miedo, o conformistas que no les va ni les viene que las cosas sigan como están.

Sí, la Lorenza era ácida, agria, pesada, densa de tragar, llegaban a arder los oídos cuando te escupía una crítica social a la vuelta de la esquina, por eso se prefería aislada, aunque muchos dirán que ella se lo buscaba.

Pero los excéntricos se reconocen entre sí, pueden conocerse a través de las barreras del tiempo, el espacio, las religiones y políticas, se huelen a la distancia, y saben que hay un cómplice que está haciendo su parte, en anonimato o no, pero haciendo su parte en la promoción de un desarrollo bondadoso de la consciencia humana.

A la Lorenza nunca le dijeron cómo pensar, sólo le decían cosas como pensamientos propios o sugerencias, y si querían escucharla dar su opinión, había que darse el tiempo y la atención que eso requería, porque cuando la Lorenza abría la boca, era porque valía la pena escucharla. A menos que te la hayas topado enojada, y la ira se haya apoderado de sus vísceras,… porque ahí sí que quedaba la cagada y todo se iba a la mierda.

Una vez de casualidad pasé por fuera de su ventana y la vi escribiendo, me escondí un poquito y quedé hipnotizada por la forma en que ella decidía empezar a escribir. Primero se sentaba frente a su computador, luego escribía algunas cosas bastante seguidas y al parecer con hartas faltas de ortografía porque se notaba siempre bien subrayado en rojo el letrerío. Luego miraba hacia el lado, hacia arriba, hacia afuera, pero a algún punto fijo, y se llegaba a ver el vapor salir de su cabeza de tanto pensar y re pensar lo que iba a escribir. Pero una vez que agarró vuelo, ahí se largó con faltas de ortografía y todo, pero se largó a escribir. Hasta una nueva pausa, o hasta ganas de ir al baño, fumarse un cigarro, tomar o comer algo.

Entrevista 2 «JAIME»: EL POLOLO (único que se le conoce.)

(A este hombre hubo que dedicarle mucho tiempo, se emocionaba mucho al hablar de su polola, jamás la trató como ex).

Sí. Esa mujer tiene sentimientos, los más profundos, inmensos y extraños que te puedes imaginar, podía llevarte a sentir el gozo de cada segundo, así como la gélida frialdad de un centímetro de distancia.

Sólo tengo la certeza de que me amó como pudo, con todo su ser y alma. Y yo a ella. Pero esa forma de ser… esa excentricidad… ese mudismo, aislamiento, casi todo ese autismo… te hacía sentir solo. Muy solo.

No hace tanto fue que nuestra relación terminó. Pero aún la siento cuando suspira en algún lugar, porque hay un lugar en nuestros corazones que están conectados, el uno al otro, a la distancia desde el día 1. Sí, ese espacio que siempre iba a ser mío, y que ella decía que yo estaba bien instalado ahí. Sus palabras y metáforas son las más bellas frases de amor que alguien me ha dicho en la vida. Nunca las olvido.

Se fue un día dejándome una nota. Llevábamos sólo unos meses viviendo juntos, después de casi 10 años de pololeo. Ella era un poco temerosa con el tema de perder su espacio-de-intimidad. Pero pasaban los años y ya no encontraba más excusas para decirme que – todavía no -, hasta que se decidió un día a que compráramos una casa, sí, así, un día tomó la decisión y yo estuve de acuerdo.

Fue todo muy emocionante y lindo. La verdad la pasamos muy bien buscando la que iba a ser la casa de nuestra vida, pero no era tanto lo que queríamos, yo quería un patio para tener un perro grande y hacer asados, ella quería tener una pieza propia para usar de oficina-taller,… una pieza que no se usara ni para invitados, una pieza sólo para que ella sintiera no haber perdido del todo su espacio y su intimidad. Después de 10 años haciéndole el quite a vivir con alguien, me pareció super lógica su petición y accedí. A ella le encantaba que yo quisiera un patio y un perro, así que de ahí sólo quedaba que fuera una casa en un barrio económico, pero seguro… ninguno de los dos tenía un muy buen trabajo y debíamos limitarnos a lo que podíamos pagar. Pero eso nunca lo vimos como un problema.

Lo pasamos bien bien bueno buscando la casa hasta que nos enamoramos de una, sí de una casa, y de una, en el sentido, de al-tiro. Era perfecta, el trato se hacía directo con el dueño. La casa estaba super bien cuidada y el patio también, lo que nos dio gusto, porque así no nos tomaría tanto tiempo hacerle arreglos.

Mientras vivimos juntos, todo iba bastante bien. De vez en cuando me sorprendía la cantidad de tiempo que Lorenza podía pasar encerrada en su pieza, pero cada vez que salía, me decía, ¡ya tengo un título para mi siguiente Proyecto! Y eso me alegraba, porque significaba dinero. Ella trabajaba de redactora de libros para niños y adolescentes, y siempre estaba postulando a financiamiento para sus cuentos e innovaciones de algún tema random (aleatorio) que se le ocurría. No entiendo mucho lo que hace, pero creo que para que siempre se ganara financiamiento, ella debería ser muy buena.

Yo era Supervisor de obras municipales. No era un gran puesto, pero tenía gente a mi cargo, y debía procurar que toda la maquinaria funcionara bien, honestamente, creo que a Lorenza nunca le interesó lo que yo hacía, pero si lo pienso ahora que estoy solo… a mí tampoco me gustaba lo que hacía, pero era lo que sabía hacer y me pagaban una buena suma por ello. Me gustaba tener la cabeza tranquila al llegar a casa para disfrutarla a ella y al Churro… sí, le pusimos Churro al perro como esos churros que se rellenan con manjar.

Bueno, pero lo que a ustedes les interesa saber es de la Lorenza, no de mi Churro. Así que les seguiré contando que después de que ella se fue, quedé con un agujero existencial en mi vida, pero he encontrado paz de a poco… eso es lo más raro que me ha pasado en la vida… estoy sin ella, la echo de menos, pero la recuerdo tanto y de formas tan bellas, que sólo termino el día sintiendo paz… sí, esa mujer tenía sentimientos, profundos, intensos, extraños… pero lo que llamaba la atención era cómo era capaz de hacerte sentir a ti. Ese es el mayor misterio de esa mujer, cómo lograba calar en ti tan hondo, que nunca la puedes olvidar, y nunca la recuerdas con enojo. Aún me imagino que a la vuelta de algún momento de la vida, me toparé con ella y volveremos a estar juntos, feliz, esta vez más maduros, sabios y libres.

Por el momento me estoy dedicando a trabajar en casa, un tiempo después que Lorenza se fue, recordé que siempre me gustó trabajar la Madera, así que he estado incursionando en el diseño y manufactura de muebles. Hasta he tallado algunas esculturas y las he vendido en bastante buenas lucas.

(Jaime nos dijo fuera de la entrevista que el término de la relación fue a través de una nota que Lorenza le dejó, al lado de un muffin de arándano y un cigarro hecho de tabaco. Él nunca ha compartido el contenido de esa nota. Nos cuenta que siempre dice que espera que ella cambie de opinión y vuelva a casa.)

SINOPSIS:

Esta es una novela escrita desde la mente femenina, desde el mundo íntimo de las imágenes nocturnas -los sueños- , y de los muchos mundos que conviven en elinterior de una mujer. Lorenza es un personaje que piensa, que reflexiona, que se hace preguntas y busca respuestas, desde un lugar de libre pensadora, con resentimientos propios de la represión patriarcal, enojos y críticas que encienden las vísceras de quien ya ha pasado por esas interrogantes, pero por sobretodo, es la búsqueda de una mujer, por encontrar el camino al equilibrio, y a la sanación del corazón histórico de las mujeres.

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