Aquel Verano

NADA ES PARA SIEMPRE

Dos terrones de azúcar, dos tazas de café, y del corazón salen mil historias.

Eran las 3 am, estaba con Hugh sentados en el rincón deun café, no era un muchacho, su cabello negro y sus ojos marrones le daban realmente un encanto especial, habíamos bebido dos tazas y no prestábamos atención al vaivén de personas queentraban y salían de la cafetería, ni al sonido especial de las bandejas de los mozos que cuan malabaristas cruzaban con las tazas y platillos crepitando entre sí.

Hugh tragó saliva, como tratando de encontrar las palabras adecuadas para decir que lamentaba lo sucedido, apoyó su mano sobre la mía y me susurró, “sigue con la historia Sarah”.

El café humeaba, mis manos temblorosas, cogí la taza para saborearlo, miro alrededor y ya pocas personas quedaban en el lugar sentados, algunos tiesos y pensativos, arreglando in mente alguna situación, otro, riendo a carcajadas como con la vida misma a sus pies, quizás también por el estímulo que la bebida tibia causaba.

Bebí otro sorbo y se me vino aquella frase de Giuseppe Verdiel café es un bálsamo para el corazón y el espíritu”, en ese instante Hugh repitió , “continua Sarah”.

Se hizo un silencio embarazoso, lo miré con ternura, con esa mirada tan mía que a veces no sé si no estoy pensando en nada y a veces, que lo estoy pensando todo. Y pensé- Éste hombre si que sabe escuchar-.

Sonreí, y continué con mi relato sobre mi niñez, esa niñez que me fue truncada bruscamente como un huracán que todo lo arrasa y lo único que me dejó fueron esos sentimientos tan encontrados y mi mente, mientras hablaba y hablaba se iba transportando hacia aquel verano….

Esa estación del año que a muchos nos toca el alma, los recuerdos burbujean en la mente, esa leve brisa cálida, silencio….mucho silencio, no siento la movilidad de mi cuerpo, estoy inerte, mis ojos parpadean con lentitud, el calor penetra la piel.

Creo que estoy sola en la habitación, cierro los ojos, me siento tan frágil, siento que mi cuerpo se eleva hacia el infinito, hasta que oigo que pegaditos a mí hay dos mujeres, cuidándome, yo, acurrucada cuan cachorrito recién nacido, desprotegida.

Siento pasos…la puerta de la habitación se abre de a ratos, mis ojos siguen cerrados, no sé quién es, solo siento su aliento a tristeza.

Mi cerebro se despierta del letargo, mi estómago se estremece, vinieron los recuerdos…..mi alma se vuelve a quebrar y quedo en posición fetal, como pidiendo al Universo no haber nacido jamás.

Silencios interminables que se acompasan con esos sonidos que aturden mi letargo, son sollozos, sollozos amargos, olor a flores que se me impregnan, huelen a dolor, mucho dolor, susurros a lo lejos y nuevamente…los llantos.

Siento una voz femenina que me dice suavemente,-“Sarah, bebe este jugo”- Lo bebo sin mover un solo músculo.

No quiero abrir los ojos, no quiero pensar, quedo allí en posición fetal y mi mente se eleva,de repente, oiga risas de niños, esbozo una sonrisa, veo a una niña rubia, flacucha con piernas finas que danza entre salto y salto, a su lado, sonriendo, otro niño, un poco mayor, flacucho también, con cabello rubio, tan iguales y tan distintos, saltaban y reían, que hacían?-Sí, Jugaban sin parar y sin dejar de sonreír, eran felices….

De repente, allí yaciendo en la cama tiesa me estremezco y mis lágrimas corren por mis mejillas, me veo….soy yo Sarah, esa pequeña niña sonriente, la que surge en mis pensamientos y ese aroma a flores, ese dolor que invadía la habitación, sabía a llanto, volví a estremecerme y hacerme un bichito bolita,del otro lado de la puerta, sí, en la otra habitación, estaba el niño de piernas flacas, pero ya no sonreía, estaba cuan unángel, lleno de paz y cubierto por flores, silencio……mucho silencio, solo oía los llantos de mis padres y mis hermanos, síi, éramos 4 hermanos; Ese niño, mi hermanito había partido,- quién sabe porqué “Dios” lo llamó tan temprano-, quién sabe porqué se vio obligadoa dejarnos ese día de verano que jamás olvidaré,

Cierro nuevamente los ojos, me quedo quietita casi casi sin respirar para ver si me llevaban a mí también yo quería ir tras de él,la vida, sin mi hermanito ya no tenía sentido, el dolor, ese dolor agudo que calaba mis huesos, aún lo huelo y surge inevitablemente, cada verano, como aquel verano.

PASARON LOS AÑOS

La vida de los seres humanos, su vida auténtica, en contraposición a la mera existencia física, empieza en momentos diferentes.

La vida de Sarah, la niña rubia de piernas flacuchas, había sido sellada por la muerte de su hermanoen un fatal accidente, era allá por 1978, en ese año pasaron cosas, esas cosas que la definieron el resto de su vida para siempre.

Pasaron los años, aquella niña era ya una mujer, siempre delgada, con ojos color miel y mirada melancólica, pocas veces sonreía, por lo general solo esbozaba una sonrisa con un mohín en sus labios.

Solía ir cada mes al cementerio a visitar a aquel ser que ella tanto extrañaba y que allí yacía hacía años, era una ritual para ella ir a conversar con él, contarle sus avances en el estudio, sus cosas cotidianas, era parte de su agenda del mes recorrer las calles de su ciudad para ello.

Un día cualquiera, llegó al cementerio casi casi a mediodía, su mañana había sido muy atareada con el trajín diario de la Facultad, paró el bus y ella bajó corriendo eran ya las 11 y 30 y a las 12 en punto sonaba el estruendoso sonido de las campanas dando anuncio que la necrópolis cerraba.

El sol del verano brillaba con intensidad y el calor era abrazador, caminaba rápidamente entre los panteones para llegar a la tumba que visitaba, frunció su nariz, se olía a lo lejos un olor nauseabundo, pensó in mente-“están reduciendo a alguien”- Mi corazón se agitó no por temor, sino porque ya eran menos cuarto tenía que apresurarse al campanazo.

Sigo caminando a pasos acelerados ojeando en mi andar los cientos de panteones de una época de esplendor, veo el mármol que cubría los mismos, un sinfín de símbolos religiosos,ángeles, cruces, flores de Liz, otras con pentagramas y marcas estrellas enclavados exquisitamente como evadiendo la cruz cristiana, pero algo en común en todos, -como desmayados en el olvido-, aturdida por el silencio doy pasos agigantados para llegar al lugar donde descansa mi hermano, siento que en la noche ese lugar es un nido de fantasmas en pena que se gorgojan con el miedo de los vivos.

Llego por fin al pasillo húmedo atiborrado de cajones corroídos por el tiempo y apilados en las esquinas del mismo, siento una paz que invade mi alma, como si un ser etéreo descendiera sobre mi cabeza, me abrazara el alma y me dijera –“tranquila, todo esta bien”-

Tomo una escalera que se mecía de un lado a otro como deseando que la llevaran a un depósito sin ganas de cargar mas, subí escalón por escalón hasta tocar el nicho blanco con el nombre de mi hermano, sin Leyenda alguna, el dolor no dio tiempo para las etiquetas. Limpio con un lienzo el mármol blanco, saco las flores marchitas ya que el intenso de calor acababa con las mismas, coloqué un ramillete amarillo como siempre, comoa él le gustaban, su color favorito.

Como era habitual, le pregunté como estaba, que lo extrañábamos tremendamente como el primer día de su partida, mis lágrimas nublaban mis ojos, la voz se me quebraba. Acaricié la lápida y baje lentamente, la escalera seguía meciéndose pero me dio una tregua como con lástima hasta que pisé el suelo. Miré hacia arriba, esbocé una sonrisa en son de un –hasta luego hermano- y me marché caminando ya cansinamente por entre los laberintos de criptas que conformaban el pasillo.

Al llegar a la entrada se oyó el campanazo ensordecedor, los pocos que estaban allí salían como aterrados dequedar allí atrapados, percibía sus miedos, tantas historias, tantas leyendas.

Sonreí, -“los cementerios siempre han sidolugares lúgubres, muchos han sido conocidos por sus historias espeluznantes de experiencias paranormales que supuestamente, han tenido lugar en ellos”-

Por suerte, no creía en esas fantasías, era una estudiante universitaria por Dios, pero igualmente apresuré nuevamente el paso hasta salir definitivamente del camposanto.

Paso a paso hasta la parada del bus reflexionaba Sarah sobre su vida misma y caminaba como si nada ni nadie existiera a su alrededor, tropezó con una baldosa, de esas flojas que hay en la ciudad y se dijo in mente-¡Concéntrate mujer-!.

El calor era casi insoportable, de repente, un frió recorrió mi espalda y sentí como si alguien caminara detrás de mi,me dije a mi misma, -¿que extraño?- y proseguí rápidamente la marcha, el bus estaba a minutos de pasar.

Cuan mediodía de verano, sin nadie en la calle, la gente que había salido de trabajar a las 12, ya habían tomado el bus anterior, o volvían a sus respectivas casas en sus medios de transporte, no había nadie en la parada solitaria de aquel caluroso mediodía de verano.

Sentí el trajín de las ruedas del bus, subí casi corriendo, aboné el boleto y me senté como siempre en el último asiento.Las pocas personas que compartían conmigo el medio de transporte, iban en su propio mundo, me sentía extraña, con un peso inusual sobre mis espaldas, exhausta y adormecida, seguía aquel frío recorriendo de a ratos mi cuerpo.

Llegué a casa por fin, mi madre como todos los días tenía el almuerzo listo, ya en la mesa, como sabiendo el minuto exacto en que llegaría,-Hola hija-dijo en tono suave y característico en aquella sufriente señora de ojos grises; -Bien mamá, nada nuevo, solo te pudo hablar de libros y mas libros- esbocé, sin contarle de su pasaje por el cementerio.

No quería traerle mas recuerdos ya que la misma bastante sufría en silencio.

¡Oh Dios Sarah dije para mi in mente, como hago para comer todo esto!. Mirando calladamente el plato de un sabroso pastel de carne y esos panecillos de centeno que mi madre horneaba cada día para mí.

Era de un esfuerzo sobrehumano comer. Mi apetito era casi nulo, pese a las largas e interminableshorasde estudio, pese a que todos los días iba al gimnasio y gastaba mucha energía. Desde hacía años el –comer-era como un auto castigo.

Mientras miraba el plato pensaba, ¿ como haría hoy, para desprenderse sin que nadie viera ?. Luego se respondía, – Como lo haces cada día, nadie notará nada, eres invisible Sarah…..

Puse como siempre, a hurtadillas un repasador de cocina sobre mis piernas, y cogía con el tenedor trozos de comida, pero…no iban hacia mi boca, sino hacia aquel repasador, pero ya era una experta simulando esas situaciones, nadie notaba, nadie miraba, nadie veía pese a que ellos, estaban allí.

CUANDO LLEGA LA NOCHE

Cuando desciende el sol por el oeste y asoma brillante el Lucero comienza el clamor del dolor infinito.

Llegó la noche, mi dormitorio tenía una ventana mediana de color gris que daba hacia una especie de balcón pequeño, ideal para treparsey mirar el infinito en sus noches de insomnio.

La luna muy tenue iluminaba la habitación, misojos se iban cerrando despacito, de a pequeños parpadeos, de repente sentí un susurro en mis oídos- “Sarah”….

Era como un sonido que venía de lejos y sin embargo susurraba su nombre de cerca.

Fruncí el ceño molesta, cerré las ventanas y dije –es el viento-

Me tapo con las sábanas viejas muy fuertemente como formando una coraza y volví a adormecerme por el propio calor de la habitación, solo se oía el vibrar del viejo ventilador que era una especie de traqueteo y nuevamente oigo ese susurro aterrador que pronunciaba mi nombre-“Sarah”…

Era como una voz suave y enérgica a la vez que denotaba no tenía interés en que cerrara mis ojos para dormir.- “Acaso estás quedando loca Sarah”-

Miré hacia la ventada cuyos postigones estaban abiertos y la insípida Luna apenas iluminaba la habitación.

En el fondo de mi corazón hay una agonía tan grande, heridas aún abiertas que parecía que las mismas hubiesen hecho mutar su sangre de modo que sus movimientos eran fatigosos y desganados.

Los susurros se habían disipado, pero de repente nuevamente-“Sarah”-

No sé con certeza de dónde provenían, tal vez de mi cabeza que no descansa, tal vez de los malditos cuentos de terror de mi abuelo paterno, tal vez de la imágenes impregnadas en mi cerebro de aquellos panteones, no lo sabía con seguridad, pero, ya me estaba empezando a asustar, o…mas que ello, cada milímetro de mi cuerpo se estremeció de miedo, mi corazón agitado comienza a palpitar, parecía que el techo de la habitación se me venía encima, no podía moverme, ni un solo un músculo de mi cuerpo respondía, quería gritar y era en vano.

No sé de donde saqué fuerzas, me levantó rápidamente de la cama, a pasos agigantados voy a hacia la puerta de la habitación, intento abrir el picaportes pero de los nervios parecía trancado, suspiré, inhalé y logré abrirlo,en ese momento siento que algo, o alguien me hala hacia el interior de mi habitación, resistí con todo mi ser, corrí con cierto disimulo hacia la habitación de mis padres

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