Introducción.
Rara vez se consigue aquello que se desea realmente, al menos eso pretenden enseñarte desde la escuela, pero en mi casa el asunto funcionaba de forma diferente. Cuando un problema ocurría se resolvía con presteza o se intentaba hasta conseguirlo. El resultado estaba siempre al alcance de la mano si se quería, pretendía y restaba valor para rozar el éxito.
Mi hermano mayor se llama Pedro J. Moreno Pérez y como buen piscis sin acuario nació un febrero con su frío y su reducido calendario. A punto estuvo de ser un bisiesto, se quedó a tres días de siquiera lograrlo. Él siempre se encargó de mí de alguna extraña forma. Me vigilaba de pequeño y me protegió durante mi larga adolescencia rocambolesca, que para la generación del 83 era casi de duración eterna.
Cuando mi primera tara llegó, aunque inverosímil parezca, en vez de dejarme de lado como un caso imposible, inabordable, o un desastre completo… me ayudó con un divertido juego a sobrepasar los límites impuestos desde el registro de mi patente. Lo que está roto se puede reparar y se puso manos a la obra hasta que lo que parecía raro sonase normal y lo que pudiera hacer sentirme vergüenza se transformara en una fortaleza.
No se me daban las cosas del todo mal, pero cuando empezaba a entablar conversación, mi familia descubrió con asombro que mis erres no sonaban tan acertadas como deberían, sonaban flojas y sin resonancia, eran tan irrisorias que se tropezaban con las piedras y las rocas entorpeciendo su lírica. Afloraron las sonrisas de los congéneres y me enterré profundo en ese agujero confortable, nido del conformismo y la derrota.
Pedro me salvó, como haría un buen héroe, de aquello que me atormentaba más allá del miedo absurdo que tenía a los pantalones verdes con rayas rojas, que mi tía Prado me había regalado aquellas terribles navidades, porque estaban fabricados a base de ese tejido que irremediablemente provoca sarna y urticaria a proporciones similares y que hacían que me rascase como si no hubiera futuro venidero.
Él podría llegar a denominarse el exterminador de las raquíticas erres. Pero yo prefiero llamarle Peri, que aparte de ser más breve y acorde… me consuela ser el único humano de la tierra que le convoca de esa manera. Mi hermano es mío y me lo tiro como puedo. Ya sabes que es mentira, pero siempre ha sido un baluarte para mi estandarte de rebeldía. Él un paladín y yo un mercenario, soy la sombra de referencia detrás de sus pasos, por eso debe ser que soy buena persona o al menos sinónimo aparento.
El niño de febrero va a comenzar su extraordinaria actuación en esta cafetería, al micrófono la voz de la singular conciencia de un ser fantásticamente increíble, a los teclados un servidor y haciendo la voz de narrador Richard Attenborough que a pesar de su fallecimiento pondrá su tono característico a lo Parque Jurásico de Michael Crichton. Ya sin sorna, acomódense en sus asientos, retiren el volumen de sus móviles y relájense sin llegar a dormirse para entrar en el surrealista mundo de un artista sin abuelas disponibles pero con una de ellas ejerciendo de ángel de la guarda.
Lo que acontecerá tras las posteriores páginas de este libro, es un interminable juego sobre los oficios y comenzó incluso antes de escuchar a Extremoduro, si queréis convertirlo en canción estáis en vuestro derecho, pero es más placentero dejarse llevar allí donde te arrastre la corriente si existe la convicción de siempre llegar a buen puerto. Pues no hay mal ni viento que haga zozobrar una embarcación que navega alegre, flotando por el aire sin tocar el agua para no llenar el casco del barco de crustáceos, conchas, restos de arrecifes y algas. La empresa no se hace responsable ni de vértigos ni de terrores nocturnos, si se aquejan de dichas enfermedades queda en su voluntad proseguir o desestimar la oportunidad de ejercer un cambio.
Administrativo.
Perteneciente a la administración o que administra… viene a ser el lobo para Félix Rodríguez de la Fuente en su vertiente pionera, antes de probar el helicóptero en condiciones extremas. Un ser vivo de la naturaleza que cumple la excelencia de la pirámide alimenticia. Tras conseguir aprobar la oposición finalmente y orgullosos por su enorme suerte. Pasan a reposar complacientemente todo ese esfuerzo acontecido hasta llegar a tener su plaza en autoría. Digamos que metamorfosean hasta hibernar como los osos en un invierno que dura desde verano hasta final de la próxima primavera.
Mi padre era administrativo bancario, así que se podía decir que yo estaba jodido desde el principio, porque en el colegio siempre te hacían rellenar aquellas malditas fichas para recoger de forma fraudulenta la información sobre nuestros progenitores. Al inicio probé con Banquero, que sin sonar mejor era bastante más corto, pero al sembrar controversia a lo rudo agricultor… se me esclareció el asunto sin demasiadas replicas a que era un término inadecuado, por lo que finalmente se transformó en a. bancario para no extender la relevancia del caso.
Ellos son la base que equilibra y sustenta las columnas del Estado. El ladrillo de los cimientos de la democracia y una lacra para la auto renovación y aprendizaje progresivo. En cuanto ocupan un cargo, no los sacan de allí ni los antidisturbios mediante porras y gases lacrimógenos. Son un bastión indesmoralizable como los compañeros aldeanos de Asterix y Obelix. Amparados por los sindicatos, son eslabón principal de la cadena trófica de la corrupción y el pervertido enchufismo arcaico. Digamos que son parte del problema sin solución plausible y como algo irreparable, se sustenta a base de parches y remiendos hasta que colapsa y derrumba algún misterioso ministerio.
Dicen que los sobres negros son su talón de Aquiles y que si alguna vez te encuentras con uno de ellos en posesión de dicho elemento… posiblemente se lo estuviera devolviendo a su legítimo propietario en ese preciso momento, o eso alegaría contrariado apresuradamente.
Algunos sufren de depresión continuada llegando a trabajar solo dieciocho meses en quince años mediante la reentrada y salida de la tercera potencia económica del país, el departamento de bajas de la seguridad social que es superado exclusivamente por la Iglesia y las legionarias hordas integrantes del paro.
En estos casos ocurre una paradoja… a ese empleado se le permite que haga su vida rutinaria reingresando y marchándose a voluntad sin coartar su libertad de expresión ni tampoco convertirle en un referente que sirviera de precedente. Viene a ser similar a los sueldos vitalicios que les queda a los políticos por haber representado, robado y esquilmado al pueblo… Su coste es muy inferior pero al fin de cuentas sus pensiones a pesar de ser baratas restan a billones.
Una buena elección laboral para la gente sin sueños ni pretensiones que les gusta tachar los números del calendario con una equis bien gorda por el trabajo regularmente realizado. Están muy satisfechos de su férrea puntualidad en temas relacionados con la toma de café a modo de desayuno, que a veces se puede demorar en una jornada o dos si se precia, su incorruptibilidad y su tendencia racional de producir menos que su compañero de al lado. Es una tropa tumultuaria que engrosa cualquier huelga de carácter general mediante el uso de su derecho a participar sin salir siquiera de sus hogares, con no ir a trabajar basta.
Bucanero.
Podría parecer similar al anterior trabajo, pero son cosas totalmente contrarias. Un pirata siempre sigue las normas del honor. No tienen relojes en sus muñecas, ni tampoco en sus cubículos de trabajo para no enfermar nunca del mal del pitido de fin de turno a lo Pedro Picapiedra, no sufren de reuniones y desconocen el término baja por depresión.
Son un mito de la salud de los trabajadores porque son los únicos que realmente tienen permitido beber alcohol durante el desarrollo de sus funciones. A diferencia de los políticos y los banqueros sí sufren condena por sus hurtos y son conocidos como terribles ladrones sanguinarios y feroces. Rugen sus cañones y vítores de ¡A la carga! cuando inician sus pertinentes escaramuzas.
Hijos de las tormentas y las tempestades, preceden a la devastación causada por el ferviente fuego que restalla en sus corazones, debido quizás a la ingesta incontrolada de aguardiente o cualquier ron. Muchos son tullidos y desaliñados pero grandes personas cuando cumplen sus proyectos, que incluyen objetivos como ser el que más saquea o quien obtiene más bajas en el sangriento combate.
Emplean espadas en vez de abrecartas y no compulsan ni fechan nada. Su objetivo es sencillo en el fondo: morir por la hermandad de los piratas. Así que cuando trabajan disfrutan de lo que hacen a diferencia con los administrativos que malgastan sus vidas sentados en sus sillones y butacas. Son intrépidos aventureros sin miedo a morir, vienen del mar y regresarán de nuevo a sus profundidades cuando sea necesario.
Antes viajaban en románticos barcos de velas a las órdenes de famosos capitanes de diversos nombres y apodos legendarios. Incluso los hubo que actuaron bajo las órdenes de algún rey de inefable conciencia voluble. Si nadie te ve, no hay mucho mal que narrar y lo mismo puede decirse cuando no quedan testigos para contar nada.
Son conocidos por sus patas de palo y sus terroríficas fiestas a bordo de sus embarcaciones. Incluso exportaban esclavos mientras estaba permitido, han sido hitos y también los precursores de avances como las cartas náuticas y millares de manuales de navegación aparte de multitud de cuentos e historias más o menos celebres. La poesía los arrojaba a páginas amarillentas para satisfacer a sus lectores arrancándoles de mares y océanos para que amarrasen en dique seco y ser faro testimonial de increíbles hazañas épicas con variopintas moralejas y desenlaces prodigiosos.
Cocinero
Llegados a este punto debo admitir que la palabra Chef me parece un insulto gratuito para alguien criado en la profunda Mancha de este territorio llamado Iberia.
No dejan de ser guerreros de un extraño circo de los aromas y sabores. Infantería que como peones siguen las órdenes de su rey, caen, sangran y mueren durante la contienda que se extiende sin conocer día de la semana que valga de trinchera. Durante uno o su variante turno partido experimentan todos los estados relacionados con enfermedades de nuestras cotidianas vidas.
Los hay iracundos que braman espuma por sus gargantas, también pulcros y delicados cual flor, existen aquellos conocidos por inmortales que como hábiles generales dirigen los servicios y los que se ocultan, pierden y pasean en sincronía con la pereza. Como en todas las cestas de manzanas siempre existe la que está podrida, la clave es la rotación del género y el cuidado casi maternal con cada impronta que proceda.
El amor es la sal de la cocina… el cuidado la pimienta.
El orden jerárquico no es un título que se obtiene tras años de estudio sino con la experiencia y eso es el destilado de respeto que debe primar en cada infierno que se precie. Seguramente sea uno de los peores empleos de la historia, además de ser de lo más sacrificado y peligroso incluso por encima del matrimonio. El divorcio siempre es posiblemente la opción ligeramente más cara y costosa, que la decisión de cambiar de cocina para conocer otras recetas y experimentos.
Es un mundo donde el tiempo se sublima hasta extinguirse, en los mundos de sombras y humo todo pasa a su justa velocidad, sin que los que lo habitan sean conscientes del devenir de las horas y también de las estaciones. La única diferencia con el trimestre anterior es la materia prima que concentran en sus cámaras frigoríficas.
El producto de temporada es una constante no una variable a tener en cuenta. Aquellos que basifican su menú en una limitación de sota, caballo y rey aparte de ser unos gallinas sin valor ni para caldo, son gente con el punto de mira tan cercano que tropiezan con los obstáculos que quedan a un paso. No conocen lo que viene siendo el debido descanso, las fiestas populares, sentarse durante una jornada entera en una silla o tener reconocimiento por lo bueno realizado.
Mientras haya un millón de personas en la tierra siempre habrá un Ícaro que pretenda tocar el sol con la punta de los dedos y el triple de personas ajenas a la restauración que deciden sin sorpresa montar un bar o un restaurante con caducidad anunciada. Son negocios que quiebran sin parar por las esquinas de la mayoría de las ciudades que si hubieran presentado un estudio de mercado con anterioridad a sus pretensiones hubiesen errado menos. De esa cifra mínima de estudio al menos 3/5 trabajarán como esclavos del servicio en cualquiera de sus vertientes.
Doctor.
Matasanos y heraldos del dolor tramitan las famosas bajas subyugándolas a su firma y revisión periódica. Visten relucientes batas blancas y pijamas de diferentes colores según la rama de la que procedan o pertenezcan. Sabios con escritura ininteligible salvo por otros facultativos que juegan con la salud pública y por supuesto la privada con mayor coste para el paciente.
Un gremio del pasado perpetuado por virus y bacterias, gracias a ellos sobrevivimos a pandemias y hecatombes, a plagas y enfermedades, son el primer y único escudo frente a la ira divina. Dios intenta matarnos y ellos con su juramento hipocrático tratarán de salvarnos. También cumplen con la tradición del descanso, a pesar de los abusivos retrasos en las citas de ambulatorio y hospitales. Según el tamaño y volumen cobran más o menos y no penséis mal, ni siquiera hablo de sus cargos y funciones, sino por el de instalaciones y número de camas, pacientes vistos, etc…
Como en todos sitios los hay que trabajan a distintas intensidades y sabiéndome poseedor de más de una decena de cicatrices con sus puntos y comas repartidos, estoy relacionado directa e indirectamente con todo lo inherente a los hospitales. Debo hacer un stop y hacer una mención al mejor doctor de cabecera que nadie pudo tener en la vida. El señor José María Gil de Arana, era un facultativo especial donde los haya, durante una vida en común de aproximadamente siete años hasta su jubilación, ese gran señor únicamente posó uno de sus dedos sobre mi cuerpo una vez en su vida.
Ha sido el único médico que no te tocaba para ejercer sus funciones, daba la mano como un caballero a la entrada y a la salida como requieren las normas, el trato cercano con el paciente era tanto que podía denominarse falsa piel. Con su pelo blanco y su abultada barriga era de un campechano que te daban ganas de ponerte malo para ir a verle y darle un abrazo. A día de hoy sigo echando de menos sus bajas, porque era de los pocos que siempre me ha respaldado sin opinar gratuitamente con la única condición de no tener que tocarme. Si tenías dolor de garganta, te abría el gaznate con un palo sin la imperiosa necesidad de sujetar la barbilla, hasta se libraba de auscultar con el fonendoscopio.
En verdad un crack donde los haya.
Aquí hay que hacer un inciso, pueden existir doctores simples, dobles incluso triples. Me refiero a que todos son médicos, pero los que tienen pin en la solapa, aparte de facultativos también son doctores. Es una cosa rara que aprendí con el tiempo, algunas personas pagan mucha pasta para doctorarse y recibir tan insigne emblema, cuando yo tenía cientos pinchados por las cortinas de casa.
Estanquero.
Se encarga de servir vicios a sus clientes, casi igual que los camareros y las prostitutas. En el pasado cumplían muchas más funciones de las que ahora les restan. Actualmente son los encargados de proveer a la sanidad pública del cáncer de pulmón y sus derivados mediante la venta de cigarros, puros, tabaco de pipa y todo lo relacionado con artículos de fumador y algunos abonos de transporte. Antes expendían sellos que se usaban para las cartas y las colecciones filatélicas y en ocasiones hasta participaciones de lotería. Era como la casilla de impuestos en un tablero de Monopoli a tamaño ciudad.
Un boticario que como en Romeo y Julieta te proporciona veneno por dinero…
Sinopsis.
Cuando alguien cuenta una historia una estrella cobra más brillo en el firmamento, a veces un problema se resuelve mediante reiteración y repetición hasta rozar los límites de la paciencia.
Este libro es el relato figurado de cómo mi hermano me ayudó a que mi erre rugiera poderosa entre mil letras cubiertas de negra tinta. Porque si te dicen que no puedes hacerlo, ese mismo reto te hace intentar despertar del letargo y superar las barreras.
Pronunciar aquello que te trae de cabeza hasta convertirlo en una letanía no siempre sirve, pero si no alcanzas una mejoría al menos te echarás unas buenas risas intentándolo. Desde el respeto a las instituciones, a un lunático siempre se le puede ocurrir la forma de sobrellevar una carga.
Sumérgete en la profana prosa que fortalece tu vocabulario y refresca hasta el frenillo de la lengua. Diviértete con las metáforas que se escurren por los renglones hasta desaparecer en el punto y final. Ojalá hubiera encontrado este libro entonces y quizás no hubiese tenido que hacer la motocicleta durante demasiados minutos de la primera etapa.
El que algo quiere algo le cuesta rezaba mi abuelo cuando era pequeño, así que reuní toda la locura que pude hallar en los diversos reinos y la mezclé para dar un toque sarcástico e irónico a un problema común arreglable mediante la rutina y el esfuerzo.
Dedicado a todos mis conocidos cercanos y lejanos y sobre todo a mi segundo portátil, padrino de esta obra y precursor de muchas otras olvidadas en el mar de la nube de datos. Descanse en paz aquel que una vez perdió su batería, quedó irremisiblemente anclado a un cable para alimentar así mis múltiples e interminables noches de recurrente insomnio.
Gracias por venir a este diccionario subjetivo y surrealista, pasen y vean.
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