Hoy, tres años después de la aprobación del proyecto “vida por siempre” por parte de más de veinte países (USA, Alemania, Reino Unido, Francia, México, India, por mencionar algunos) y algunos ajustes de los organismos a las diferentes leyes nacionales e internacionales, las personas de los países mencionados pueden ya adquirir reemplazos de la mayoría de los órganos del cuerpo humano y avanzadas cirugías plásticas a un costo que podrá cubrir la media, esto gracias a los grandes avances tecnológicos que se han tenido a lo largo de las dos últimas décadas. Los órganos fabricados por las nuevas empresas como BioIng y LongLife, al ser hechos artificialmente, carecen de enfermedades transmitidas genéticamente, bajando gran porcentaje de padecimientos tales como cáncer, enfermedades nerviosas o diabetes. “Es maravilloso- dijo Charles Jacob, famoso empresario obsesionado por la idea de la inmortalidad-, me he sometido a estas operaciones severas veces, he reemplazado mi viejo hígado y corazón por unos más jóvenes y longevos, los especialistas me dijeron que me seguiré viendo de 50 años por otros 20 años. Y quien sabe cuántos años me queden por ver, comienzo a creer que con estos inventos, seré de los primeros humanos que nunca morirán”.
Pero no todo es miel sobre hojuelas, grandes grupos de personas y activistas políticos han
manifestado reiteradas veces su descontento por estos cambios. El papa Juan XXIV, hablo por todos los católicos diciendo que por algo Dios dio ese cuerpo, y que con virtudes y defectos, se debe aceptar como tal, puesto que se tiene una misión que cumplir. A pesar de eso, la gente no para de intercambiar sus órganos, y juntando esto con el mercado de los genes, donde uno puede pagar para mejorar su genética o la de sus futuros hijos (rasgos, quitar enfermedades, deformaciones), se estima que el promedio de vida será de 160 años. Lo que nos podría dar la respuesta a la famosa pregunta: ¿Qué harías si tuvieras todo el tiempo del mundo?
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