La fecha de ayer, 5 mayo de 2050, será recordada como el transcendental día en que por primera vez vimos volar a un ser humano. Investigadores de la UCM (Universidad Complutense de Madrid) han conseguido hacer realidad este revolucionario avance científico que Indudablemente generará cambios significativos en nuestras vidas. Este avance significará un punto de inflexión histórico ya que va a modificar hábitos y comportamientos. Podríamos equipararlo a la invención de la rueda.
Ante la fascinación de todos los presentes, Diana Romero, la mujer a la que se han implantado alas realizadas en 3D, las desplegó tras aletear durante unos segundos. Se elevó sobre nuestras cabezas hasta alcanzar una altura de medio kilometro y voló durante unos 15 minutos.
Según aclaró la doctora Valverde, tal proeza se ha conseguido gracias a la intervención de un amplio equipo interdisciplinar compuesto por cirujanos, cardiólogos, neurólogos, ingenieros médicos y aeroespaciales. Este importantísimo avance ha sido posible porque se han superado los tres requisitos imprescindibles que hasta ahora hacía imposible la capacidad de volar en el hombre. En primer lugar, se ha conseguido potenciar los latidos del corazón humano a 400 pulsaciones minutos, adaptando la musculatura cardiaca y modificando el riego sanguíneo en todo el organismo. En segundo lugar. Se ha fortalecido toda la musculatura torácica, mediante la implantación de músculos artificiales obtenidos de células flexibles de cebollas. Finalmente, con la implantación de alas, mediante técnicas de 3D, se ha logrado vencer la fuerza de la gravedad.
Hablamos con Diana una vez acabada esta trascendente demostración.
– Diana, no podemos dejar de hacer la pregunta ineludible. ¿Qué has sentido?
– Bueno, este no es mi primer vuelo. Describir la sensación de esta vivencia es difícil. Cuando estoy volando siento emociones inexplicables, que nunca había sentido. No encuentro calificativos adecuados para expresarlas. Solo sé que el tiempo que permanezco en el aire me siento con poder. Me siento transformada en una diosa.
Nos quedamos con la última palabra de Diana. Esperemos que no tardemos mucho tiempo en experimentar también nosotros lo que se siente transformarse en un Dios.
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