Madrid, 11 de octubre de 2050 – Cuando conjugamos ciencia y tecnología en el campo de la salud, en ocasiones somos testigos de algo realmente espectacular, historias que parecen más un milagro que el resultado de fórmulas químicas y chips interconectados.
Lejano nos parece ahora ese año 1978, cuando el mundo aplaudía el nacimiento de Louis Brown, la primera bebé probeta. Durante la tarde de ayer fuimos testigos indirectos de la llegada a la vida de Caroline Nathans, una niña de 3,200 kg concebida y desarrollada totalmente fuera del útero de su madre biológica.
El milagro de la vida esta vez ha sido obra del Dr. Wilkins y su equipo, quienes tras más de 15 años de investigación han conseguido al fin culminar su proyecto con éxito. Esta revolucionaria técnica de reproducción asistida consiste en la concepción y desarrollo del embrión en una pequeña cabina que simula el vientre materno, controlada las 24 horas por un doctor de guardia encargado de suministrarle al feto todo lo necesario para su correcta evolución.
Además, gracias a la cámara instalada en el interior de la cápsula, los padres pueden obtener instantáneas y grabaciones de su bebé, como si de una ecografía de última generación se tratara.
El momento elegido para el nacimiento se puede producir a partir de los 48 cm, 2,800 kg de peso y siempre que los médicos determinen que todas las variables se encuentran en estado óptimo. El período de gestación de Caroline Nathans, la pequeña neoyorkina que ha pasado 39 semanas en esta cápsula, se ha desarrollado sin ningún contratiempo, por lo que los doctores están felices con el triunfo del proyecto.
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