Eran las dos de la tarde de un domingo frío, sórdido …distante. Me levante dolorido con una resaca de cojones. Sonó el teléfono, era Jesús. «Oye tío ¿que tal estás? …te llamo para decirte que te andan buscando…no solo los de ayer, si no unos cuantos más, así que ten cuidado «. A lo que le respondí «de acuerdo tío estaré al loro…llevaré un pincho por si las moscas…Adiós» Aquello fue el detonante para salir de aquel estúpido pueblo y buscar mejor fortuna. Alquilé un piso en Barcelona, limítrofe a Hospitalet de LLobregat. Había meditado mucho al tomar la decisión de largarme,empezar de cero. Ahora palpaba otra realidad,sin ataduras con el pasado. Un Viernes por la noche,cuando estaba apoltronado en el sillón,cambiando de un canal a otro,oí gritos en el piso de enfrente: «¡ERES UNA HIJA DE PUTA…CABRONA!» . Acto seguido se oyó un estruendo y después muchos chillidos seguidos.»¡Por favor no me pegues más!», «¡ Eres una ZORRA,te voy a matar GUARRA DE MIERDA !». Entonces me vestí , salí al pasillo, llame una y otra vez , hasta que abrió la puerta un tipo de mediana edad, achaparrado, de cara enjuta, fornido y apestando alcohol.»¿que cojones quieres?» me dijo.A lo que le respondí «déjala en paz». No me da la gana es mi novia me pertenece: tu quien eres capullo? En ese instante, le puse la mano en la cara, empujándole la cabeza hacia atrás al mismo tiempo que le metía los dedos en los ojos.Acto seguido le propine una buena ostia, cayendo desplomado por el suelo. Dentro del piso se oían sollozos.Entre en el salón estaba todo revuelto, y en un rincón había una chica encogida,temblando. con el pelo revuelto , llorando sin parar.Me acerque hasta ella e intente calmarla: –Ya pasó todo– le dije.Ella me miró con desconfianza «tranquila no te voy a hacer daño, solo intento ayudarte… » –No se quien eres– respondió. –«Me llamo Pablo, no tienes nada que temer, ¿Como te llamas? … Sonata. – ¿Quieres que te ayude a curarte esas heridas?… Mientras la curaba me contó que conocía a su novio hacia un año, que solo le pegaba cuando estaba borracho, que en el fondo no era tan mala persona…–¡Pero si te estaba dando una paliza de muerte! Entonces comprendí el enganche que tenía con aquel tipo…Pasó la noche en mi piso, yo dormiría en el sofá.Por la mañana a eso de las diez me desperté, fui a la habitación, la puerta estaba desencajada, se abrió.Se había ido.En la cama había una nota,que decía «gracias por todo,Sonata». Confuso me volví al sofá,a solas con el mundo.
Autor:Pedro Salgado García
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