Hombre libre en tierra extranjera

Hombre libre en tierra extranjera

Ariel Mansilla

03/04/2020

En este mundo de hoy, hablar de refugiado es hacer referencia a aquellos que han abandonado su país de origen con rumbo hacia otro país en busca de un mejor porvenir económico, provocada por guerras, crisis económica y política del país de origen de donde proviene el refugiado.

Dentro de esa condición social, me encuentro yo, José Antonio Ríos, nacido en Caracas, Venezuela, que tuve que abandonar el país por la crisis socio-económica generada por el chavismo y continuada en la actualidad por el gobierno de Nicolás Maduro.

Cualquiera que lea lo que estoy escribiendo, dirá que soy un liberal, que estoy en contra del socialismo, disquisiciones políticas en las cuales no quiero ingresar, porque cuando el hambre y la falta de trabajo, te llevan abandonar tu terruño y tus afectos iniciando una diáspora que tiene origen pero que no sabes donde concluirá.

En Caracas, Venezuela, yo era un abogado, tenía un estudio jurídico y tenía mis clientes que eran de clase social media y baja, me dedicaba a la rama del derecho, civil, familia y laboral que me permitía vivir de la profesión.

Pero cierto día, las medidas económicas dictadas por el presidente Maduro en perjuicio de la clase trabajadora sumado a ello la falta de libertades fue creando un clima de enrarecimiento social y económico, que el dinero que ganaban perdió su poder de liquidez y por ende afecto con efecto rebote a quienes desempeñábamos profesiones liberales.

Ante tal crisis, tomé la decisión de abandonar el país, me despide de mis familiares y afectos, que trataron de convencerme de que me quedara, pero hice caso omiso a sus peticiones.

Decidí partir hacia Colombia, y cargando mis petates en una mochila emprendí mi viaje a fines de 2018, viajando a dedo en camiones y o camionetas que fueran hacia la ciudad de San Antonio de Tachira, ubicada al sudoeste de Venezuela y casi con el límite fronterizo con Colombia.

Allí llegué un mes después de haber partido de Caracas, detuve mi viaje y como andaba escaso de fondos dinerarios, decidí buscar un trabajo como guardia de seguridad, atento que ya tenía experiencia laboral en el rubro, adquirida durante mi época de estudiante de derecho.

Permanecí en aquella ciudad aproximadamente dos meses, cuando decidí cruzar la frontera hacia Colombia, durante esa época ante el éxodo masivo de compatriotas hacia el exterior, el Gobierno de Maduro ordeno cerrar las fronteras bajo el pretexto de salvaguardar la soberanía nacional, no permitiendo el ingreso desde Colombia el ingreso de ayuda humanitaria para mi país.

En esta situación, la ruta hacia la ciudad de Cúcuta, estaba cortado debido a que soldados de la milicia venezolana habían colocado contenedores para impedir el paso de todo tipo de vehículos desde Colombia hacia Venezuela y viceversa.

Cientos de personas reclamaban y manifestaban frente a los uniformados, que habían establecido un cordón de uniformado armados y detrás de ellos tanques blindados para disuadir a los manifestantes que volvieran a sus casas.

Me hallaba entre aquella multitud, cuando alguien arrojo una piedra en contra de uno de los soldados, y fue la mecha que encendió la represión por parte del ejército en contra del pueblo.

De repente vi que venía hacia mí, un soldado armado con una ametralladora dispuesto a pegarme con la culata de su arma, ante tal acción atine a dispararle un puñetazo con mi mano derecha directa hacia su cara e impacto de lleno en su cara, cayendo este al suelo, no espere la reacción del sujeto, corrí hacia el puente internacional Simón Bolívar, que se hallaba a unos doscientos metros, de repente oí como empezaron a disparar lluvia de balas de goma en contra de la multitud que comenzó a dispersarse y tomar distancia de los militares, corriendo hacia la ciudad de San Antonio de Táchira, el militar que me había atacado se levantó del suelo y maldiciendo por lo bajo, comenzó a perseguirme, me salieron al cruce dos soldados armados intentando detener mi trayectoria, hacia el puente, les saque cierta ventaja debido a la velocidad de mi carrera, de repente dispararon hacia mi, los proyectiles no lograron su objetivo, aviste la baranda de cemento del puente, lo tome como punto de apoyo, hice fuerza y me arroje hacia el vacío, mientras un proyectil, me golpeaba en la espalda.

Caí al vacío, durante unos segundos y la superficie liquida del rio Táchira, me recibió con sus aguas cálidas, divisé la otra orilla sobre suelo colombiano, lo cual había una distancia de doscientos cincuenta metros para llegar hasta la frontera.

Comenzó a nadar hacia la orilla opuesta cuando desde la ribera venezolana, comenzaron a dispararle, me sumergí a los fines evadir el ataque por parte de los militares de mi país, permanecí unos minutos y volví a emerger para tomar aire, de repente vi que se acercaba una lancha costera de la prefectura de mi país, con megáfono en mano, uno de los oficiales, vociferaba:

-¡ Ciudadano venezolano, que ha vulnerado el bloqueo ordenado por nuestro Comandante en Jefe, se le invita a retornar a tierra, caso contrario se le disparara para que cese su actitud de rebeldía!.

Oí, las palabras del militar, sabia lo que me esperaba, si volvía, juicio marcial y terminar mis días en una celda de algún penal olvidado de mi país por considerarme rebelde.

Seguí nadando, mientras la lancha de la prefectura venezolana me perseguía e intentaba detenerme, nuevamente lanzaron desde la embarcación balas de goma y volví a sumergirme.

Volvió a repetir la intimación el militar venezolano, desde la embarcación, me quedaban apenas unos metros para cruzar la frontera, cuando la embarcación venezolana aumento la velocidad, mis fuerzas comenzaban a desfallecer, ya no daba más debido a la distancia que había recorrido, cuando de repente apareció una lancha militar del ejército colombiano, quien fue mi encuentro, arrojándome un salvavidas y subiéndome a la embarcación.

A partir de ese momento, era nuevamente un hombre libre en tierra extranjera.

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