Fueron años de miseria y desesperación, para un pueblo que se desangraba lentamente por la absurda Guerra, lo que viví esa noche cambiaría mi vida para siempre y se robaría una parte de mí que jamás podre recuperar.
Dormíamos cuando comenzó el enfrentamiento, No puede ser, NO de nuevo pensé…, la Guerrilla y el Eln, peleando por el territorio, no importaban las personas, no importaban los sueños, solo se derramaba cada día, más sangre inocente, habían niños que no conocían otra vida más allá de la Guerra, pensaban que era algo normal, su diario vivir. ¿Qué podía hacer?, mi pequeño hijo y mi esposa en el suelo cubriéndose, que tormento vivíamos, los tiros traspasaban toda nuestra pequeña casa, y parecía que esta vez no iba a resistir.
En un minuto paso todo, aun despierto en las noches rogando que solo sea un sueño, Nano el oso de mi hijo, estaba cerca a la ventana, y Juanito se levantó a tomarlo, mi esposa corrió desesperada detrás de él, y fue entonces cuando escuche el grito más desgarrador de mi vida, Marina cayó al suelo, estaba cubierta de sangre, sentí desfallecer por un minuto, quede paralizado, Juanito gritaba¿Qué te pasa mamá?, levántate no me dejes, la tome entre mis brazos y aun debajo de la cama, la presione con mi suéter, no podía hacer nada, no podía salir, aún se escuchaba el tiroteo afuera.
Juanito no paraba de llorar y gritar, ya paren, mi mamá está muriendo, ya basta, Marina me sujeto la mano muy fuerte, no quiero morir así, me dijo, podía ver sus ojos de desesperanza, esa que deja la Guerra, y que solo los que la hemos vivido conocemos, comenzó a temblar, sus manos estaban frías, se me acerco al oído y me dijo, cuida bien a Juanito, tienes que sacarlo de aquí, has que su vida sea mejor que la nuestra.
Paso alrededor de una hora, cuando al fin se escuchó ese silencio tan anhelado, Marina aún estaba viva, la tome en mis brazos y le dije a Juanito que me siguiera, salimos los más rápido que podíamos donde doña Josefa, la curandera del pueblo, el hospital estaba lejos y jamás alcanzaría a llegar, toque su puerta, abrió aun llorando y asustada, acostó a mi esposa en una cama, le puso paños de agua en la frente, trato de presionar la herida, pero cada vez se perdía mas sangre, entonces me miro con esa cara de tragedia, era tarde, Marina murió, la Guerra me arrebato a mi esposa y a Juanito su madre, la despedimos allí mismo, lloramos, estaríamos rotos por siempre, Juanito me decía ¿ Se va a despertar?, ¿Solo está dormida?.
A la mañana siguiente, comenzaron a llegar los carros, los hombres uniformados del Eln hablaban con bocinas, habían perdido muchos miembros la noche anterior y comenzarían a reclutar niños, entraban a las casas y destruían todo a su paso, por la fuerza le arrancaban los hijos a sus madres, y si alguien se resistía le disparaban, escondí a Juanito en el techo, rogando que no lo notaran, cuando entraron a lo que quedaba de mi casa, les dije que no tenía hijos, observaron a un lado el cuerpo sin vida de Marina, y la tumba que cavaba para despedirla, solo rezaba una y otra vez en mi mente.
Me creyeron, en el pueblo se escuchaban gritos, llanto, había quedado desolado, se marcharon a eso de las seis de la tarde, regresarían a las ocho de la noche, así era a diario, tome a Juanito y tuve que huir de aquel lugar que me vio nacer, dejando todo, no pude llevarme nada, tampoco a Marina, pero yo debía cumplir la promesa que le hice de hacer la vida de nuestro hijo mejor, escapamos por los montes, fueron tres días de caminata, de hambre, de desesperación, solo me detenía para que mi hijo descansara, y aunque no se lo demostrara tenía mucho miedo.
Fue muy difícil llegar a un lugar nuevo, sin familia, amigos ni casa, tuve que trabajar limpiando carros, vendiendo dulces, en ocasiones recibí desplantes de la gente, no sabían que ya había sufrido suficiente. Hoy han pasado cinco años de aquella tragedia, y ahora estamos mejor, tengo un trabajo estable y mi hijo una vida, sin Guerra, sin sangre, una vida libre, pero la ausencia más difícil de todas es la de su madre, cada tanto mito al cielo y digo lo logramos, logramos huir de la Guerra, todo gracias a que me aferre a los más profundo que tiene el ser humano, el amor por sus hijos.
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